Urge un mundo sin armas nucleares
En la primera reunión de Estados Parte del Tratado de Prohibición de Armas Nucleares (TPAN), que tiene lugar en Viena del 21 al 23 de junio, Justicia y Paz hace visible el apoyo de la Iglesia católica al TPAN, Tratado que entró en vigor el 22 de enero de 2021.
Semana de apoyo al TPAN de la Iglesia católica
El lunes, 20 de junio, el arzobispo de Santa Fe en Nuevo México, corazón del complejo de investigación y producción de armas nucleares de Estados Unidos, declaraba que "el TPAN representa el único camino disponible para salir de lo que el presidente Kennedy describió como la espada de Damocles nuclear, que pende de los hilos más finos, capaz de ser cortada en cualquier momento por accidente o error de cálculo o por locura".
En este sentido, al día siguiente, el papa Francisco definía la energía nuclear como un "multiplicador de riesgos" que "sólo proporciona la ilusión de una especie de paz". En el contexto actual hablar de desarme o apoyarlo puede parecer "paradójico", pero "es un razonamiento engañoso y autodestructivo pensar que la seguridad y la paz" de unos países "está desconectada de la seguridad y la paz colectivas de los demás".
La Comisión General de Justicia y Paz lleva varios años trabajando con el propósito de sensibilizar contra el uso de armas nucleares formando parte, desde noviembre de 2018, de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN).
Desde el mes de mayo Justicia y Paz recoge firmas de representantes, entidades, comunidades y personas de la Iglesia española en una carta abierta de apoyo al TPAN, donde se establece el objetivo de un nuevo mundo basado en la coexistencia pacífica y el bienestar social y ambiental de todos los pueblos. Entre las firmas recogidas se encuentran las de cinco obispos españoles que muestran su compromiso, a la vez que solicitan al Gobierno de España la adhesión sin demora a este Tratado y su ratificación, «dando esperanza a todas las personas que buscan un futuro en paz».
La entidad agradece las adhesiones hasta ahora recibidas y reitera que la paz es parte esencial de nuestra fe y para lograrla trabaja con ahínco, entendiendo que el TPAN es una herramienta que contribuye a tal objetivo. A la vez insta a los pueblos y sus dirigentes a buscar incansablemente soluciones pacíficas ante la guerra y la violencia, con el diálogo y la negociación.
Pero no solo la Iglesia católica
Justicia y Paz une su voz en la Declaración Conjunta Interreligiosa que celebra la primera reunión de los Estados Parte del TPAN. Siendo muy conscientes de las amenazas a las que se enfrentan la humanidad y el planeta, desde los efectos de la pandemia hasta la catástrofe climática, el armamento nuclear representa la peor amenaza a la vida en la Tierra. Los recursos que actualmente se gastan en el desarrollo y mantenimiento de estas armas deberían destinarse a apoyar a las personas más vulnerables y a proteger el planeta invirtiendo en alimentación, educación, atención sanitaria y justicia climática.
Las tradiciones religiosas siguen avivando la creencia en un futuro mejor en el que avanzar conjuntamente por la seguridad común y el florecimiento mutuo. Recuerdan la vulnerabilidad compartida y la capacidad de tomar decisiones políticas compasivas e inteligentes, pidiendo una mayor cooperación internacional para acabar con las armas nucleares para siempre.