Un reto a superar
Nota
de la Comisión Nacional de Justicia y Paz de Portugal sobre el reto de la lucha contra la
pobreza a la que nos enfrentamos hoy en día
Un estudio publicado recientemente [1] revela que la crisis social generada en Portugal por la pandemia de Covid-19 ha dado lugar a 400.000 nuevas personas pobres (un aumento del 25% en la tasa de riesgo de pobreza) y a un incremento de la desigualdad de alrededor del 9%. De hecho, esta crisis no afecta por igual, sino que incide principalmente en los grupos sociales más pobres y vulnerables.
A pesar de algunos avances, el ritmo de reducción de la pobreza en Portugal durante las dos últimas décadas no ha seguido el ritmo de otras partes del mundo. Portugal se encuentra entre los cinco países de la Unión Europea con mayor riesgo de pobreza entre quienes trabajan.
La urgencia de reconstruir el tejido económico y social al que nos enfrentamos hoy en día, combinada con las oportunidades que traen los Planes de Recuperación y Resiliencia, representan una oportunidad para luchar contra la pobreza, vieja y nueva, que no se puede desperdiciar. Este es un verdadero objetivo prioritario nacional al que toda la población está llamada. Y así, queremos hacer una advertencia.
No podemos confiar -ni el Estado, ni la sociedad civil, ni las comunidades cristianas- en que el simple reparto de fondos europeos, sin exigir su correcta aplicación y sin esfuerzos compartidos, sea suficiente para luchar contra la pobreza. Las experiencias de nuestro pasado reciente lo demuestran: la distribución de esos fondos no siempre se ha traducido en un auténtico desarrollo.
Para evitarlo, es necesario tener en cuenta algunas conclusiones de las experiencias de las políticas de lucha contra la pobreza, como las siguientes:
- Hay que abordar las causas de la pobreza, no sólo los síntomas.
- Hay que fomentar el crecimiento económico, pero también la igualdad de oportunidades (a través de servicios educativos y sanitarios accesibles para todos). Las políticas de redistribución de la renta deben aplicarse más allá del mercado.
- El apoyo a los ingresos debe complementarse con programas sociales (formación profesional, apoyo al espíritu empresarial, etc.) que sirvan de "trampolín" para superar la pobreza persistente mediante empleos justamente remunerados.
- Los resultados de los programas deben ser evaluados correctamente, midiendo no sólo el número de personas apoyadas, sino el número de personas que han mejorado sus condiciones de vida.
Las palabras del papa Francisco en su discurso a Cáritas italiana, el 26 de junio, pueden servir de inspiración. "No hay que desanimarse por el creciente número de nuevos pobres y nuevas formas de pobreza. ¡Hay muchos y están creciendo! Seguir cultivando los sueños de fraternidad. Contra el virus del pesimismo, inmunícense compartiendo la alegría de ser una gran familia. En este ambiente fraterno, el Espíritu Santo, que es creativo y creador, y también poeta, sugerirá ideas nuevas, adecuadas a los tiempos que vivimos".