Sinhogarismo

19.11.2021

El 23 de noviembre se celebra el Día Europeo de las Personas Sin Hogar. El sinhogarismo es la forma más extrema de exclusión social. La falta de vivienda es una de las manifestaciones más graves de pobreza, causada por una combinación de factores estructurales, institucionales y personales.

No tener hogar es algo inimaginable para quienes nunca nos hemos visto en esa situación, porque conlleva el riesgo de perder la dignidad como ser humano. Es sentirse vulnerable, no poder cubrir unos mínimos sociales y de higiene; es no tener donde refugiarse del frío, la enfermedad y las agresiones; no tener un lugar a donde regresar y dormir sin miedo, encontrarse con otras personas, descansar... Jesús lo aplicó a si mismo cuando exclamó: "Los pájaros tienen nidos y las zorras madriguera, pero el Hijo del Hombre, no tiene donde reclinar su cabeza" (Mt. 8, 20).

Al igual que en otros tiempos en los que las sociedades coexistían con injusticias que ahora nos parecen aberrantes, como el derecho de pernada o la esclavitud, hoy en día hemos normalizado ver personas viviendo en la calle sin que nos rebelemos contra esto como algo totalmente inaceptable.

El sinhogarismo debería ser considerado una auténtica alarma de la exclusión social y, sin embargo, no figura como prioridad para nuestras instituciones y gobernantes y rara vez aparece en algún programa electoral. A ello se suma la invisibilidad de estas personas, que mayoritariamente no aparecen en censos, debido a las dificultades para empadronarse, por lo que ni siquiera pueden ejercer su derecho al voto, impidiéndoseles así realizar este derecho constitucional.

Según declaraciones del Parlamento Europeo del 24 noviembre de 2020, en los últimos 10 años, se ha producido un incremento del 70% de las personas sin hogar, estimándose que 700.000 seres humanos cada noche se enfrentan a esta grave carencia, de una crueldad extrema. En España, alrededor de 40.000 personas viven en las calles, de las cuales unas 7.500 son mujeres, que en esta situación se encuentran aún más expuestas a sufrir agresiones y violencia.

Frente a esta tragedia social, la UE subraya que la vivienda es un derecho humano fun-damental y pide una acción más firme de la Comisión y los Estados miembros con el propósito de poner fin al sinhogarismo en Europa para el año 2030.

Entre las recomendaciones, que UE realiza a los Estados miembros, se encuentra la de adoptar la metodología "la vivienda primero" (HousingFirst), que consiste en garantizar el acceso a una vivienda con apoyos para las personas sin hogar, invirtiéndose así la metodología llevada de forma mayoritaria hasta ahora en los programas de atención a las personas sin hogar, en los que la vivienda era el último bien a conseguir en el proceso de integración.

Otros aspectos recomendados por el Parlamento Europeo a los Estados miembros para la erradicación del sinhogarismo son el incremento de políticas de viviendas, enfocada a que todas las personas tengan acceso a las mismas, así como un decidido apoyo a la integración en el mercado laboral de las personas sin hogar y una facilidad en el acceso igualitario a los servicios públicos, como la sanidad o la educación entre otros.

A raíz de la pandemia, la atención a las personas que sufren el sinhogarismo ha empeorado gravemente, ya que esta ha sido prácticamente suprimida y el único acceso a los servicios que precisaban pasaba por unos recursos telemáticos que, mayoritariamente, no estaban a su alcance bien por falta de conocimientos o de medios. De esta forma las personas sin hogar, tal y como este año denuncia Cáritas, "se encuentran 'sin salida' ante el sistema de protección social".

La situación de exclusión para las personas que viven en la calle va empeorando a medida que pasa el tiempo. La repetición de fracasos, en el intento de salir de esa situación; la baja autoestima y las reiteradas denegaciones administrativas e institucionales, en solicitudes de ayudas, conducen finalmente a estas personas a entrar en una espiral de desmotivación, que concluye en una dinámica de autodestrucción de la que les resulta muy difícil salir.

Además de la insuficiencia de recursos sociales y dificultades para acceder a los mismos, hay que reseñar las importantísimas deficiencias que existen en el ámbito sanitario para atender a este colectivo. En ocasiones su mero aspecto físico por la falta de higiene... provoca rechazo o discriminación en la atención a estas personas.

Pero además es necesario reseñar que existe una alarmante escasez de recursos para el seguimiento adecuado de las personas que viven en la calle con enfermedades crónicas o graves, así como la deficiente atención a las patologías psíquicas que, muchas veces, o bien se encuentran en el origen del sinhogarismo, o bien han sobrevenido a causa de este. Todo ello provoca que la esperanza de vida de una persona sin hogar se estime inferior a la media entre 20 y 30 años. Algo que, al menos, nos debería hacer pensar.

En cualquier sociedad, pero más aún en las sociedades avanzadas, la prioridad ha de ser siempre la atención a las personas más vulnerables, siendo este el indicador de la salud y madurez de la misma. Las Administraciones públicas deben contemplar de forma prioritaria en sus presupuestos la erradicación de las situaciones de exclusión que no permitan a su ciudadanía vivir con dignidad.

La humanidad es una gran familia y el sufrimiento de cualquier persona no nos puede dejar indiferentes. La lucha por la justicia es el único camino para el progreso y la Paz.

Milagrosa Fernández, Justicia y Paz Cádiz