De forma conjunta construiremos los próximos 50 años de democracia y libertad
Mientras celebramos el 25 de abril y la consecución de la libertad honrando sus valores, es hora de hacer un balance y proyectar con confianza los próximos años de democracia. Cincuenta años después, y a pesar de tantos avances positivos, todavía hoy persisten fenómenos de falta de libertad que requieren una respuesta colectiva.
El primer fenómeno a considerar es el de las desigualdades que dañan nuestro tejido social, dejando atrás a las personas y no permitiendo el pleno desarrollo de cada individuo y de la humanidad.
La falta de visión de futuro también resta esperanza y es, para muchos, una limitación de la libertad. Es un freno a las oportunidades de una vida digna; es un freno a la formación de la familia que muchas personas desean pero no pueden tener en los términos que soñaban; es un freno a la libertad de quienes quieren hacer de Portugal la base de su vida, pero sienten la obligación de emigrar.
Hoy
vivimos un tipo de condicionamiento de la libertad de pensamiento y de
expresión que no debe ignorarse. Desde las redes sociales hasta los espacios públicos, los silos ideológicos en los que nos confinamos contribuyen a cerrarnos a otras personas, al auge de los discursos racistas, xenófobos o intolerantes, y al aumento de las voces que reclaman políticas de muro.
A pesar de los desafíos de nuestro tiempo, cincuenta años después del 25 de abril, hay motivos para tener esperanza y soñar con los próximos 50 años de democracia en Portugal.
A la luz de las preocupaciones de Justicia y Paz que guían la intervención de la Comisión Nacional de Justicia y Paz (CNJP), enumeramos algunos caminos que creemos deben seguirse como garantía de la libertad y la preservación de la democracia:
Asumir la erradicación de la pobreza y la lucha contra las desigualdades y la exclusión social como una misión colectiva de máxima prioridad;
Promover una cultura de igualdad y respeto por la individualidad de cada persona;
Colocar la resolución de los principales problemas del pueblo portugués por encima de cualquier interés partidista para garantizar - sin excluir a nadie - un acceso equitativo a derechos sociales como la salud, la educación y la vivienda;
Promover políticas sostenibles a largo plazo teniendo en cuenta la Casa Común, que se centren en crear mejores condiciones de trabajo, ingresos y vida.
Promover una cultura de escucha y diálogo para preservar y valorar una sociedad plural basada en el respeto y la fraternidad, capaz de debatir los desafíos del país con la razón, pero también con el corazón y abierta al compromiso;
Valorar la dimensión ética basada en la dignidad humana.