No podemos mirar para otro lado
Declararéis santo el año cincuenta, y proclamaréis en la tierra liberación para todos sus habitantes. Será para vosotros un jubileo; «Así santificarán el quincuagésimo año, y proclamarán una liberación para todos los habitantes del país» ( Lv 25,10). El profeta Isaías retoma lo establecido por la Ley mosaica: el Señor «me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros, a proclamar un año de gracia del Señor» ( Is 61,1-2).
Pero también adquiere mayor actualidad recordar este día porque es el tema que ha elegido la Conferencia Episcopal como Campaña Jubilar en la Iglesia española.
Hace casi 10 años se creó la red "Tejiendo Redes contra la Trata" (Cáritas Española, Confederación Española de Religiosas y religiosos de España -CONFER-, Comisión General Justicia y Paz y el Departamento de Trata de Personas de la Conferencia Episcopal Española -CEE-), red heredera de otros 10 años anteriores de trabajo, encuentros, publicaciones, estudios y acciones conjuntas. En ella, Justicia y Paz ha tenido presencia y participación en la erradicación de esta lacra, realizando actos de sensibilización e incidencia, fundamentalmente en el ámbito de la comunidad cristiana.
Apoyamos estas denuncias conscientes de que el gran valor de lo que sostiene y da sentido a esta tarea es el compromiso y el actuar a pie de calle de personas voluntarias, organizadas en las comisiones diocesanas contra la trata y la prostitución. Asimismo es fundamental el compromiso de multitud de órdenes religiosas, sobre todo femeninas, que realizan tareas de acogida, escucha, formación, asistencia, acompañamiento. La labor de todas ellas se realiza desde la gestión de centros de atención, convivencia, apoyo psicosocial, recursos residenciales, programas específicos de las Cáritas Diocesanas, en una red de apoyo por todo el territorio nacional.
Cada una de las 4 entidades que formamos "Tejiendo Redes contra la Trata", ponemos sobre el tapete la pequeña o más grande aportación, vinculada a nuestro carisma y campo de actuación, que en muchos casos se entrecruzan y se apoyan mutuamente en una entretejida red que garantice la coordinación y la mayor optimización de recursos.
Hoy, como resultado de un desarrollo positivo de la conciencia de la humanidad, la esclavitud, crimen de lesa humanidad, está oficialmente abolida en el mundo. El derecho de toda persona a no ser sometida a esclavitud ni a servidumbre está reconocido en el derecho internacional como norma inderogable. Sin embargo, a pesar de que la comunidad internacional ha adoptado diversos acuerdos para poner fin a la esclavitud en todas sus formas, y ha dispuesto varias estrategias para combatir este fenómeno, todavía hay millones de personas –niños, hombres y mujeres de todas las edades– privados de su libertad y obligados a vivir en condiciones similares a la esclavitud".
- Personas trabajadoras, incluso menores, oprimidas de manera formal o informal en todos los sectores, desde el trabajo doméstico al de la agricultura, la industria manufacturera o la minería. Esto ocurre en los países donde la legislación laboral no cumple con las mínimas normas y estándares internacionales, como -de manera ilegal- en aquellos cuya legislación protege a los trabajadores.
- Personas emigrantes quienes, en la imposibilidad de poder elegir quedarse en su país, se lanzan en un dramático viaje, sufren el hambre, se ven privadas de libertad, despojadas de sus bienes o de las que se abusa física y sexualmente… obligadas a la clandestinidad por diferentes motivos sociales, políticos y económicos, y en aquellos que, con el fin de permanecer dentro de la ley, aceptan vivir y trabajar en condiciones inadmisibles,... Sí, pienso en el «trabajo esclavo».
- Personas obligadas a ejercer la prostitución, entre las que hay gran cantidad de menores, y en las sometidas a esclavitud sexual; en las mujeres obligadas a casarse, en aquellas que son vendidas con vistas al matrimonio o en las entregadas en sucesión a un familiar después de la muerte de su marido, sin tener el derecho de dar o no su consentimiento.
- Personas de todas las edades víctimas del tráfico y comercialización para la extracción de órganos, para ser reclutados como soldados, para la mendicidad, para actividades ilegales como la producción o venta de drogas, o para formas encubiertas de adopción internacional.
En este Mensaje, el papa Francisco continúa señalando las causas profundas de esta esclavitud que no difieren del ayer al hoy:
- Una concepción de la persona humana que admite el que pueda ser tratada como un objeto.
- La pobreza, el subdesarrollo y la exclusión, especialmente cuando se combinan con la falta de acceso a la educación o con una realidad caracterizada por las escasas, por no decir inexistentes, oportunidades de trabajo. Con frecuencia, las víctimas de la trata y de la esclavitud son personas que han buscado una manera de salir de un estado de pobreza extrema, creyendo a menudo en falsas promesas de trabajo para caer después en manos de redes criminales que trafican con los seres humanos.
- La esclavitud y la trata de personas humanas requieren una complicidad que con mucha frecuencia pasa a través de la corrupción de personas intermediarias, de algunos miembros de las fuerzas del orden o de otros agentes estatales, o de diferentes instituciones, civiles y militares. «Esto sucede cuando al centro de un sistema económico está el dios dinero y no el hombre, la persona humana… Cuando la persona es desplazada y viene el dios dinero sucede esta trastocación de valores». Corrupción y nuevos mecanismos neocoloniales que siguen postergando derechos de personas y pueblos
- Los conflictos armados, la violencia, el crimen y el terrorismo. Muchas personas son secuestradas para ser vendidas o reclutadas como combatientes o explotadas sexualmente, mientras que otras se ven obligadas a emigrar, dejando todo lo que poseen: tierra, hogar, propiedades e incluso la familia. Éstas últimas se ven empujadas a buscar una alternativa a esas terribles condiciones aun a costa de su propia dignidad y supervivencia, con el riesgo de entrar de ese modo en ese círculo vicioso que las convierte en víctimas de la miseria, la corrupción y sus consecuencias perniciosas.
El fenómeno de la trata de personas, del tráfico ilegal de emigrantes y de otras formas conocidas y desconocidas de la esclavitud tienen así raíces semejantes, y dan continuidad a la historia de la esclavitud en la humanidad. Antes los intereses coloniales en el continente africano y la necesidad de mano de obra servil en el servicio doméstico, la industria naciente y las grandes extensiones de monocultivos sacaban a la fuerza a las poblaciones africanas de sus lugares de vida. Ahora la explotación por parte de empresas multinacionales y gobiernos corruptos obligan a salir a las mismas poblaciones, jugándose siempre la vida en los tránsitos bien sea por tierra o por mar.
Es el rostro multifacético de la nueva esclavitud al que debemos y queremos responder desde la atención al fenómeno migratorio, la creación de relaciones justas y equitativas entre países, el precio justo en la transición de las riquezas naturales. Hoy como ayer las tareas de cuidados recaen en personas que están siendo explotadas y maltratadas de mil maneras. Hoy como ayer las plantaciones siguen requiriendo mano de obra barata que realizan mujeres y hombres víctimas del tráfico de personas y de la explotación laboral.
Por eso nuestra respuesta tiene acentos, pero se debe coordinar y buscar las interrelaciones de respuestas integrales e integradoras porque nada está desconectado. Las cadenas invisibles, con eslabones de sutiles mecanismos psicológicos, que encadenan a las víctimas con sus traficantes convierten a las víctimas en dependientes de quienes las explotan, a través del chantaje y la amenaza. Tratar de romper estas cadenas exige intervenir desde diferentes frentes y a diversos niveles. Al igual que las organizaciones criminales utilizan redes globales para lograr sus objetivos, la acción para erradicar este fenómeno requiere un esfuerzo conjunto y también global por parte de los diferentes agentes que conformamos la sociedad.
No debemos olvidar que hay también necesidad de conversión personal, empezando por los hábitos de consumo, ya que «comprar es siempre un acto moral, además de económico». Ante una esclavitud e indiferencia global se necesita una globalización de la fraternidad. De ahí la necesidad de seguir tejiendo redes nacionales que sigan manteniendo, alimentando y construyendo redes internacionales.
El mensaje de la Jornada Mundial de la Paz de 2015 sigue teniendo una rabiosa actualidad en un momento social de carácter global donde las contradicciones del respeto a la libertad de las personas y a su dignidad están sufriendo un feroz ataque a cara descubierta, sin tapujos en nuestras páginas de periódicos, en las pantallas de los televisores o de los móviles. Nunca, nunca -y menos en un año jubilar como este- podemos mirar para otro lado. En ello va nuestra dignidad como personas, como entidad y como humanidad.
Fidel García, secretario general CGJP