Mensaje de Navidad 2023 de Tierra Santa

19.12.2023

«El ángel dijo: No tengan miedo. Miren que traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo» (Lc 2, 10). Cuando nos preparábamos para iniciar la novena previa a la Navidad, recibimos la horrible noticia del ataque a la parroquia de la Sagrada Familia en Gaza. A mediodía del 16 de diciembre, un francotirador israelí asesinó a Naheda y Samar, madre e hija, en el patio de la iglesia. Siete personas más resultaron heridas cuando trataban de proteger a quienes se encontraban en la iglesia. Esa misma mañana, un misil israelí se estrelló contra la casa de las Misioneras de la Caridad, sembrando la destrucción y poniendo en grave peligro la vida de las 54 personas con discapacidad residentes. Señor, ten piedad.

La Navidad es la fiesta de la gran alegría. El Verbo eterno de Dios "se hizo carne, vivió entre nosotros y vimos su gloria" (Jn 1, 14). Vino a salvarnos y a colmarnos de su alegría. El Adviento precede a la Navidad como tiempo para despertarnos, una llamada a prestar atención, a esperar la venida de Nuestro Señor Jesucristo y la gran alegría que nos trae. Es también el tiempo de estar vivos/as ante el sufrimiento de nuestros hermanos y hermanas en el mundo, y aquí, a nuestro alrededor. Después de presenciar más de setenta días de guerra, en Tierra Santa nos acercamos este año al pesebre de Belén con el corazón roto. Rezamos y pedimos alegría, en lugar de la tristeza que nos rodea ante la muerte de tantas personas.

Miles de hombres, mujeres y niños - de Palestina e Israel - han muerto en la última ronda de violencia. En Gaza han muerto más niños/as palestinos/as en los dos últimos meses que en los dos años anteriores de guerra en todos los conflictos del mundo. La guerra se ha cobrado un precio enorme en toda una generación de menores, que viven temiendo a diario por ellos/as y por sus familias.

La Franja de Gaza está siendo bombardeada con bombas y fuego de mortero que dejan barrios arrasados. Alrededor de dos millones de personas han sido desplazadas, la mayoría sin refugio y en constante movimiento. Ni siquiera las escuelas y los lugares de culto son lugares seguros. De hecho, más del 85% de la población de Gaza se ha visto desplazada en una estrecha franja de tierra donde no parece haber ningún lugar seguro. La gran mayoría de los hospitales y clínicas no funcionan. El 91% de la población gazatí afirma irse a dormir con hambre.

Lamentamos la pérdida de vidas, tememos por las personas heridas que apenas tienen acceso a atención médica y nos angustiamos por las personas sin hogar.

Tanto en Belén como en toda Cisjordania, las incursiones del ejército israelí deja muerte y se salda con detenciones masivas. Allí, los cierres de los territorios han hecho que mucha gente pierda su trabajo, y las familias luchan por llevar comida a la mesa. Se han cancelado las celebraciones navideñas, para que los creyentes cristianos nos solidaricemos con quienes sufren en la guerra. Se nos anima a centrarnos en el significado más profundo de la Navidad.

¿Y cuál es ese significado más profundo? Mientras caminamos conjuntamente hacia el pesebre, este año rezamos para que podamos tocar, concretamente, la Buena Nueva que Dios nos prometió. Como pueblo de esperanza, esperamos el nacimiento del Príncipe de la Paz. Y recordamos que nunca estamos solos/as, porque Dios eligió este lugar para entrar en la oscuridad como Emmanuel, "Dios con nosotros".

Pedimos a quienes celebran la Navidad en todo el mundo que recen con nosotros/as. Rezad por la paz en Belén, en Gaza y en toda Tierra Santa. Rezamos por el fin de la violencia y la liberación de las personas cautivas. Rezamos por un alto el fuego permanente y por el amanecer de un tiempo de diálogo en lugar de opresión, de justicia en lugar de soluciones impuestas, de convivencia en lugar del sueño de deshacernos unas personas a otras. Imploramos a quienes ocupan puestos de poder que ayuden a poner fin a un conflicto que dura ya más de un siglo, que faciliten el camino hacia una paz justa basada en la igualdad, para que esta guerra sea la última y nuestros hijos e hijas testimonien por fin de la esperanza en lugar de la desesperación.

Entonces podremos celebrar la Navidad y llenarnos de la gran alegría de la venida de nuestro Salvador, cantando con los ángeles: "Gloria a Dios en las alturas y paz al pueblo de Dios en la tierra".

Comisión Justicia y Paz (Asamblea de los Ordinarios Católicos de Tierra Santa), Jerusalén.