Multilateralismo y diplomacia para la paz
El 12 de diciembre de 2018 la Asamblea General de la ONU aprobó la Resolución A/73/L.48, a través de la cual se instituyó el 24 de abril como el Día Internacional del Multilateralismo y Diplomacia para la Paz. Entendemos por multilateralismo, tal y como lo define la propia ONU, "una forma de cooperación entre al menos tres Estados". Tomando en consideración los tres grandes pilares de la ONU: desarrollo sostenible, la paz y seguridad, y los derechos humanos, la celebración de este día se antoja crucial para mantener esos tres pilares que tan cuestionados están hoy en día.
Ambos aspectos, tanto el multilateralismo como la diplomacia para la paz, se encuentran en una situación crítica a la luz de las respuestas a las crisis de los últimos años. Los acontecimientos y procesos históricos desde inicio de siglo están suponiendo un gran desafío al proyecto multilateral en todas sus dimensiones, así como al uso de la diplomacia para la resolución de las crisis. Los primeros años 2000, marcados por el 11 de septiembre de 2001 y las posteriores guerras derivadas de estos atentados (Afganistán e Irak fundamentalmente), ya supusieron un primer punto de inflexión. Los discursos del por entonces presidente de EEUU, George W. Bush, ya marcaban claramente la división entre Occidente y el resto del mundo, la apuesta por soluciones militares a los conflictos, y el residual papel de organizaciones internacionales en dichos conflictos.
Sin embargo, la crisis del multilateralismo se ha ido agravando por distintos elementos que han afectado al proyecto multilateral en todas sus dimensiones: económica, política, social y diplomática. En primer lugar, habría que destacar la crisis de la dimensión económica. Tanto la crisis económica de 2008 y sus consecuencias, como la posterior guerra comercial entre EEUU y China, han supuesto un golpe importante. En segundo lugar, la crisis de la dimensión política del multilateralismo, expresada en el intenso crecimiento de los discursos nacionalistas y proteccionistas, junto con una pérdida de salud democrática a nivel global. En tercer lugar, la crisis de la dimensión social, reflejada por el tratamiento a la cuestión migratoria, la ecológica y medioambiental, así como a la COVID-19. En cuarto lugar, la crisis de la dimensión diplomática, acentuada con las guerras en Ucrania y en Palestina, que pone de manifiesto el papel secundario en el que ha quedado la diplomacia para la paz tanto a nivel discursivo y simbólico, como a nivel práctico y material.
Niveles:
Económico: Los proyectos multilaterales se han visto considerablemente dañados. Si bien es cierto que instituciones como la UE o iniciativas como los BRICS o MERCOSUR siguen en funcionamiento, el aumento de los discursos proteccionistas en todo el mundo ha puesto en cuestión el multilateralismo en su dimensión económica. Ejemplos de esta crisis son la guerra comercial entre EEUU y China, la salida de EEUU del TTP, o el cuestionamiento de los mecanismos de solidaridad en la UE tras el impacto de la crisis del 2008 en los países del sur de Europa.
Político: Hemos asistido durante las últimas décadas a un recrudecimiento de los discursos nacionalistas, que ponen en entredicho los proyectos multilaterales tanto a nivel regional como a nivel global. Muy vinculado al ascenso de la extrema derecha, no solo en Occidente, tanto los discursos como las decisiones políticas han estado muy marcadas por establecer claramente las fronteras de la soberanía nacional, el rechazo a proyectos políticos comunes, y el cuestionamiento a las bases de la democracia. Tres de los mejores ejemplos de la crisis de esta dimensión los tenemos con la salida del Reino Unido de la UE, el proyecto político de Donald Trump alrededor de "América Primero" y "Hacer Grande a América Otra Vez", o la desintegración de UNASUR.
Social: También se puede observar la crisis del proyecto multilateral en varios elementos. Tres de los más claros son probablemente, y como se mencionaba anteriormente, la cuestión migratoria, la ecológica y medioambiental, y la COVID-19. Los discursos y políticas contra la inmigración se han agravado profundamente en los últimos años, como muestra la última política migratoria de la UE, o las afirmaciones de Donald Trump a pocos meses de las elecciones. A nivel ecológico y medioambiental, la salida de EEUU del Acuerdo de París —al que más tarde se reincorporó en 2021—, es una muestra de la fragilidad del proyecto multilateral en materia medioambiental del que, en una situación de alarmante crisis climática, no se vislumbran soluciones sólidas. Por otro lado, la COVID-19, puso también de manifiesto las costuras del sistema multilateral. Los cuestionamientos de EEUU a la OMS, las dificultades para poner en marcha los mecanismos de solidaridad globales en el reparto de vacunas, o la desigualdad de recursos para superar la salida de la crisis del coronavirus son solo algunos de los muchos ejemplos de cómo la pandemia afectó en el multilateralismo.
Diplomático: El proyecto multilateral está sufriendo uno de sus peores reveses. Esta dimensión, muy vinculada con la diplomacia para la paz, está sufriendo los efectos y consecuencias de los conflictos armados y guerras en el siglo XXI. Desde los conflictos armados y guerras de principios de siglo, hasta las actuales en Palestina y Ucrania, pasando por las "olvidadas" como en Mozambique, Etiopía o Yemen, las respuestas de los mecanismos multilaterales han sido, cuanto menos, insuficientes. Es llamativo el cambio de tendencia de dos organizaciones internacionales que entre 2024 y 2025 están de aniversario. Por un lado, la ONU celebrará su 80º Aniversario en 2025. Desde 2014 no aprueba nuevas misiones de paz, y su capacidad de respuesta a los conflictos actuales está siendo mermada, entre otras cuestiones, por la propia estructura del Consejo de Seguridad y el poder de veto de sus miembros permanentes. Por otro lado, la OTAN celebra su 75º Aniversario este 2024. En 2019, Macron, presidente de Francia, afirmaba en un discurso que la organización se encontraba en "muerte cerebral". Cinco años después, el protagonismo que ha adquirido la OTAN, junto con el revivir de los discursos militaristas en Occidente, marca una clara contraposición a la decadencia del papel de la ONU en el escenario multilateral en estos últimos años.
En definitiva, los desafíos a los que se enfrenta el proyecto multilateral son numerosos. A poco más de 100 años de la creación del primer proyecto intergubernamental para promover la cooperación internacional y lograr la paz y la seguridad internacionales, la Liga de las Naciones, el multilateralismo se encuentra en una situación crítica. Este 24 de abril es una ocasión perfecta para reflexionar qué tipo de orden internacional, y sobre qué valores, queremos construir. El internacionalista Francisco Peñas diferenciaba en su obra Hermanos y Enemigos. Liberalismo y Relaciones Internacionales (2003) dos tipos de orden: el orden descriptivo y el finalista. Mientras que el primero se refiere únicamente a la estructura de poder e intereses del mundo internacional, el segundo reflexiona sobre los valores específicos a los que sirve un determinado orden internacional, y sobre qué instituciones y qué prácticas permitirían realizar dichos valores. Debemos, por tanto, reflexionar sobre qué valores queremos construir este orden internacional y cómo hacerlo. Si queremos construir un orden internacional basado en los valores de cooperación, justicia y paz, entonces, tendremos que apostar por un proyecto multilateral que tenga en el centro estos valores, y tendremos que seguir aportando en la (re)construcción de instituciones que apuesten por ello, en todas las dimensiones citadas del proyecto multilateral.
Gonzalo Vitón García, historiador e internacionalista