La "migración circular", ¿nueva panacea?

27.09.2024

En su reciente gira por gira por Mauritania, Senegal y Gambia, con el objetivo declarado de reducir la llegada de inmigrantes de esos países a España, el presidente Pedro Sánchez habló de la "creación de programas de migración circular". El mismo se encargó de explicar que se trata contratar en su país de origen a personas para trabajar durante unos meses en España, en sectores como la agricultura o la construcción.

El papel lo aguanta todo. La semántica, también. En realidad, el concepto de "migración circular" no es novedoso. Lleva aplicándose muchos años con las trabajadoras temporeras marroquíes que trabajan en la recolección de fresas en España. Se trata satisfacer las necesidades temporales de mano de obra intensiva, donde los trabajadores migrantes son contratados para realizar trabajos duros y mal remunerados. Son abundantes las informaciones sobre miles de esos trabajadores y trabajadoras que viven en situación de hacinamiento en chabolas insalubres, carentes de todos los servicios básicos…. Y cuando su trabajo ya no es necesario, estas personas "migrantes circulares" son nuevamente enviadas a sus países de origen.

La situación tiene muchas semejanzas con las prácticas coloniales que durante siglos Europa practicó con África: Mano de obra casi gratuita para las "plantaciones" de los colonos europeos, en régimen de esclavitud o semiesclavitud. También tiene semejanzas con la "deslocalización" de empresas: Llevamos nuestras industrias a Marruecos o Indonesia, donde la mano de obra es mucho más barata y por lo tanto la rentabilidad es mayor. Ahora se trata de traer aquí la mano de obra cuando la necesitamos y devolverla a su país cuando ya no nos es útil. Un proceso donde el beneficio recae en las personas propietarias de las empresas.

Los tres países visitados por el presidente Sánchez son ricos en petróleo, gas y minerales (hierro, oro, circonio, fosfatos…), que son explotados por empresas occidentales, con la complicidad de las élites locales, dejando poco o ningún beneficio. La costa atlántica de esos países es uno de los caladeros preferidos de las grandes empresas pescaderas de Europa, que contribuyen decisivamente a la sobreexplotación de los recursos marinos y privan de sus medios de vida a pescadores locales. Entre ellas está la española Pescanova.

Se repite el esquema de la mayoría de los países africanos: Las empresas extranjeras dejan países empobrecidos y dependientes de la ayuda extranjera… Una ayuda condicionada a la implementación de políticas neoliberales como la privatización de servicios públicos y la reducción del gasto social, que agravan la situación de la gente. De hecho, más de la mitad de la población de los tres países vive bajo el umbral de la pobreza.

¿Cómo extrañarse de que la juventud de esos países intente migrar a Europa para escapar de la pobreza, la violencia y la desesperanza? ¿Alguien puede negar la responsabilidad de Europa en su situación de miseria? ¿No es suficiente el expolio secular para explicar la migración? ¿Qué puede aportar la "migración circular" a esa situación? ¿Una tirita para curar el cáncer?

Mientras permanezca intacta la relación de explotación del Norte sobre el Sur, perpetuando el ciclo interminable del subdesarrollo, cualquier intento de controlar el éxodo de las poblaciones africanas seguirá siendo absolutamente inútil.

Waldo Gerardo Fernandez, colaborador CGJP