Día Mundial del Medio Ambiente
El próximo 5 de junio celebraremos el Día Mundial del Medio Ambiente. En esta fecha, Naciones Unidas inicia un decenio sobre la Restauración de los Ecosistemas. Esa restauración debe afectar a la totalidad de los ecosistemas: bosques, fondo del mar, tierras de cultivo, ríos... Será, de implicarnos todas las personas en este empeño, una buena contribución a la lucha contra el cambio climático y a la regeneración de la biodiversidad, ya que gran número de especies están en peligro serio de desaparición y otras ya se han extinguido. Todos estos cuidados repercutirán muy positivamente en la calidad de vida de las personas.
¿Qué es un ecosistema?
Un ecosistema es el conjunto de seres vivos que habitan en un lugar concreto. Es decir, está formado por una comunidad de organismos y su entorno junto con las características físicas y químicas de ese lugar: temperatura, humedad, composición del aire... Estos seres vivos interactúan de forma continua entre ellos y con el medio ambiente físico. Por eso, cualquier alteración en una especie o en un factor físico-químico afecta a todo el ecosistema.
Un ecosistema es tanto más rico cuantas más especies diferentes habiten en él. A esto se le llama biodiversidad.
Los beneficios de los ecosistemas son diversos: proporcionan estabilidad en el clima, alimentos, protección ante los desastres naturales, belleza paisajística, equilibrio emocional, fuente de inspiración espiritual...
En la actualidad, tanto los fondos marinos como las altas montañas se están degradando. Basta solo con contemplar las colas de alpinistas para subir al Everest y la basura que deja este turismo de altura. El fondo del mar se degrada por acumulación de materiales de desecho ocasionados por la actividad humana y que son arrastrados por los ríos. Así mismo, hemos visto imágenes de la superficie de los océanos en las que acúmulos de plásticos y otros restos forman una especie de islas de varios kilómetros cuadrados de extensión.
Los ecosistemas terrestres también cuentan con muchos problemas: deforestación creciente, sobreexplotación de pastos, fragmentación de los ecosistemas por la construcción de carreteras, aeropuertos, ferrocarriles, minería..., contaminación de ríos y extracción en exceso de agua de los mismos con problemas de supervivencia para los seres vivos que allí habitan.
Tres son los objetivos que se ha propuesto Naciones Unidas para este tiempo: prevenir, detener y revertir la degradación de los ecosistemas.
Sin duda, sanándolos se mejorará la salud de las personas dotándolas de herramientas en la lucha contra la pobreza.
Con una llamada a la participación se nos dan una serie de ideas para que cada persona se pueda implicar en este proceso y se convierta en un agente transformador del medio ambiente para mejorarlo en beneficio propio y de las generaciones futuras. Existe un proverbio africano que puede motivar a quienes son escépticos y piensan que la acción individual no sirve de mucho: "Un mosquito no le hace nada a un elefante pero una nube de mosquitos le hacen cambiar su rumbo".
Dado que la mayoría de las personas vivimos en ecosistemas urbanos veamos qué debemos hacer para mejorarlos.
En primer lugar, intentar que las calles estén limpias evitando arrojar nada a ellas o que nuestras mascotas las ensucien. Lógicamente, nuestros residuos deben ser puestos en los contenedores específicos y en caso de estar llenos, llamar al teléfono que se nos indica para que los vacíen, pero nunca dejarlos en el suelo al lado de esos depósitos.
Las plantas, además de embellecer las casas y ventanas contribuyen a regenerar el aire, fijando CO2 y expulsando O2. Por tanto, tenerlas ayuda a regenerar los ecosistemas, siempre que se empleen criterios sostenibles para las mismas: evitar regado excesivo, no abandonar al medio plantas exóticas que en macetas no ocasionan problemas pero que en los campos abandonadas o en los medios acuáticos, pueden crecer sin control y convertirse en especies invasivas creando graves inconvenientes medioambientales como ocurre con el "camalote" (Eichhorniacrassipes) en el río Guadiana desde hace años y ahora recientemente también en el Guadalquivir.
Mantener el aire de las ciudades lo más puro posible, por ello se debe evitar el uso del transporte privado. Caminar, ir en bicicleta, patines... es la mejor opción y si no, usar el transporte público.
Urge que tanto de forma
individual como colectiva nos tomemos en serio la necesidad de mejorar nuestros
ecosistemas.
Para ello, es muy importante que nos planteemos qué es lo que contribuye a degradar los ecosistemas, qué acciones negativas tenemos que cambiar y cuáles son las prácticas positivas que debemos fomentar. Participar activamente en plataformas ciudadanas que se preocupen por hacer las ciudades más habitables es una buena manera de optimizar los ecosistemas urbanos.
El verano está próximo, planear nuestras vacaciones con criterios de sostenibilidad es una forma más de empezar a actuar por la regeneración de los ecosistemas.
"El cuidado de los ecosistemas supone una mirada que vaya más allá de lo inmediato, porque cuando solo se busca un rédito económico rápido y fácil, a nadie le interesa realmente su preservación. Pero el costo de los daños que se ocasionan por el descuido egoísta es muchísimo más alto que el beneficio económico que se pueda obtener. En el caso de la pérdida o el daño grave de algunas especies estamos hablando de valores que exceden todo cálculo. Por eso, podemos ser testigos mudos de gravísimas inequidades cuando se pretende obtener importantes beneficios haciendo pagar al resto de la humanidad, presente y futura, los altísimos costos de la degradación ambiental" (LS 36).
No se puede decir mejor con menos palabras.
Isabel Cuenca Anaya, secretaria general CGJP