Jornada Mundial de la Paz

01.01.2025

Perdona nuestras ofensas, concédenos tu paz es el título de la LVIII Jornada Mundial de la Paz, que celebramos el primer día de 2025.

El Mensaje se centra en la importancia del Jubileo de 2025 como un tiempo de esperanza y justicia, recordando que los bienes de la tierra deben ser compartidos por todos los seres humanos y no solo por unos pocos privilegiados. «La esperanza nace de la experiencia de la misericordia de Dios, que es siempre ilimitada».

Se enfatiza la necesidad de un cambio cultural y estructural para abordar las injusticias actuales, como la deuda externa y ecológica, identificadas como instrumentos de control que perpetúan la explotación de los países más pobres.

El Papa propone acciones concretas para restaurar la dignidad y promover la paz:

1. Condonación de deuda: Hace un llamamiento a la comunidad internacional para que considere la condonación de la deuda externa y ecológica, sin olvidar que para no «correr el riesgo de desencadenar nuevamente un círculo vicioso de financiación-deuda, es necesario, al mismo tiempo, el desarrollo de una nueva arquitectura financiera, que lleve a la creación de un Documento financiero global, fundado en la solidaridad y la armonía entre los pueblos».

2. Respeto a la vida humana: Promover el respeto a la vida desde la concepción hasta la muerte natural, incluyendo la eliminación de la pena de muerte.

3. Fondo Mundial contra el hambre: Propuesta de destinar parte del gasto militar a un fondo que elimine el hambre y promueva la educación en países pobres.

Finalmente, hace un llamamiento a la solidaridad y a la creación de un mundo donde la esperanza y el perdón estén presentes para alcanzar la verdadera paz.

«La verdadera paz sólo podrá nacer de un corazón desarmado de la angustia y el miedo de la guerra. [...] Busquemos la verdadera paz, que es dada por Dios a un corazón desarmado: un corazón que no se empecina en calcular lo que es mío y lo que es tuyo; un corazón que disipa el egoísmo en la prontitud de ir al encuentro de los demás; un corazón que no duda en reconocerse deudor respecto a Dios y por eso está dispuesto a perdonar las deudas que oprimen al prójimo; un corazón que supera el desaliento por el futuro con la esperanza de que toda persona es un bien para este mundo».

Que el 2025 sea un año en el que crezca la paz.