Desfinanciar la guerra y empezar a invertir en la paz
Los Días de Acción Global para la Reducción Gasto Militar (GDAMS), que este año tienen lugar entre el 13 de abril y el 12 de mayo, reclaman presupuestos para la construccion de paz en vez de presupuestos para preparar la guerra. Este periodo especial de acciones es parte de la campaña GCOMS (Campaña de Acción Global sobre el Gasto Militar) del International Peace Bureau (IPB) que coordina el Centre Delàs d'Estudis per la Pau y que tiene por objetivo demandar grandes reducciones del gasto militar mundial y la redirección de estos fondos públicos a atender las verdaderas necesidades humanas.
Este año los GDAMS arrancan con un llamamiento internacional: «Démosle un presupuesto a la paz» al que se pueden adherir organizaciones, colectivos y movimientos sociales en este enlace y que recoge estas reflexiones y demandas:
Este año, el mundo está pagando las consecuencias de invertir en la guerra. La violencia que se ejerce sobre las personas de todo el mundo a manos de estados militarizados ha tenido un impacto devastador sobre la humanidad y el medio ambiente. Los 1,98 billones de dólares gastados en ejércitos en 2020 no nos proporcionaron una verdadera seguridad, sino que esos hinchados presupuestos para armas y guerra nos dejaron sumidos en un ciclo de violencias. Es hora de que nos unamos y pidamos a los gobiernos de todo el mundo que recorten el gasto militar y que, en su lugar, inviertan en seguridad común y humana. Es momento de darle un presupuesto a la paz.
La invasión militar rusa de Ucrania este febrero puso de manifiesto los defectos del enfoque militarista que se da a los asuntos internacionales y de seguridad. A pesar de ello, la mayor parte de la clase política y los medios de comunicación siguen impulsando soluciones centradas en la proyección de poder militar y en la disuasión, a financiar con presupuestos militares aún más elevados. Pero si el gasto en el ejército pudiera verdaderamente proporcionarnos seguridad, ¿no lo habríamos conseguido ya? Las cada vez mayores capacidades militares y las políticas y discursos militaristas sólo nos han traído devastación humana y ecológica. Más de lo mismo no cambiará la situación. El gasto militar colectivo de los miembros de la OTAN, que es 18 veces superior al de Rusia, no impidió que el presidente Putin invadiera Ucrania. Aun así, sus estados miembros se han han reafirmado en su compromiso de dedicar un 2% de su PIB al gasto militar en respuesta a la guerra de agresión de Rusia. A estas alturas debería ser obvio que unos países intentando superar el gasto de otros en armas de todos los tamaños no constituye una estrategia de defensa y seguridad adecuada. No ha funcionado en el pasado y nunca lo hará.
Del mismo modo, estamos asistiendo a una carrera armamentística en la región de Asia-Pacífico que sólo puede conducir a un aumento de las tensiones y a la guerra. La experiencia de Oriente Medio ha demostrado el impacto de la militarización y la intervención extranjera creando caos y conflictos en toda la región desde hace décadas, con dolorosos y muy vivos recordatorios en Afganistán, Siria, Yemen, Palestina y Libia.
La apuesta global por la militarización también destruye la confianza y socava los esfuerzos de cooperación entre países. Si nos centráramos en la cooperación y el multilateralismo, podríamos reimaginar la seguridad internacional de una manera que no excluya personas en base a fronteras nacionales. Los gobiernos deben invertir en estas alternativas y legitimarlas, poniendo más opciones sobre la mesa para que la amenaza de la guerra y la aniquilación desaparezcan de ella. Mientras el gasto militar aumenta, la construcción de la paz sigue sin tener fondos suficientes, y la acción colectiva necesaria para hacer frente a las emergencias globales de nuestro tiempo queda en un segundo plano.
Los costes del militarismo global no sólo afectan a la política exterior y a las relaciones internacionales, sino que también impiden abordar crisis como el cambio climático, las pandemias y el bienestar de la humanidad. El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) incluía de nuevo una dura advertencia sobre la crisis climática y, sin embargo, los gobiernos nacionales siguen invirtiendo más en sus ejércitos que en mantener el planeta habitable. La pandemia de la COVID-19 de los últimos dos años ha sido otra potente demostración de la imperiosa necesidad de reorganizar los recursos públicos e invertir en sanidad y bienestar.
El gasto militar no nos mantiene seguras/os, e impide la colaboración global que es esencial para el bienestar humano. Por todo ello, hacemos un llamamiento a la sociedad civil y a los medios de comunicación para que presionen en favor de grandes reducciones de los gastos militares, en lugar de los aumentos anunciados en muchos países.
Exigimos que los gobiernos reduzcan sus gastos militares y destinen en cambio fondos a la seguridad común y humana, invirtiendo en las verdaderas necesidades de la gente y del planeta para construir una paz justa y sostenible.
Si queremos darle una oportunidad a la paz, tenemos que darle un presupuesto
Puedes adherirte aquí al llamamiento como organización, entidad o colectivo. El listado de organizaciones adheridas se hará público el 26 de abril.
Para saber más sobre los Días de Acción Global para la Reducción Gasto Militar y consultar todas las acciones celebradas y previstas por parte de organizaciones y movimientos sociales de todo el mundo en el marco de los GDAMS, consulta Campaña GCOMS.
Fuente Centre Delàs