Gasto militar, bancos y coherencia

03.05.2024

En 2023 se contaban en el mundo 58 conflictos armados activos (De Verdad Digital). En esta cifra se incluyen tanto las guerras entre países, como los conflictos e intervenciones militares dentro de otros países: lucha contra el narcotráfico o contra bandas armadas desestabilizadoras y que atentan contra la seguridad de los habitantes del país en el que operan. Si nos referimos exclusivamente a las guerras entre países, nos quedaríamos con menos de la mitad de esos conflictos bélicos: 23 en total, que involucran a unos 30 países.

Pero hablamos de personas, de la vida que se destruye: un 14% de la población mundial sufre las consecuencias -1.100 millones-; 108.000 víctimas mortales; espacios naturales y rurales destruidos, que quedan inservibles durante décadas debido a la contaminación provocada por las armas; animales y grandes espacios de vegetación aniquilados; acuíferos contaminados; ciudades enteras arrasadas, viviendas destruidas, millones de personas que quedan sin hogar; infraestructuras sanitarias, docentes -un promedio de cuatro diarias, según UNICEF-, productivas, empresariales, vías de comunicación… que son imprescindibles para la vida digna de las poblaciones civiles; y un largo etc.

La desgracia de unos, negocio para otros

Los ingresos por las ventas de armas y servicios militares de las 100 mayores empresas del sector fueron de 597.000 millones de dólares en 2022 (SIPRI, 04/12/23) y ello hace suponer que a más demanda, mayores beneficios para la industria de la muerte, para quienes aportan el espacio de montaje y protección de dichas empresas.

El gasto militar en 2023 según datos también del SIPRI (22/04/24), superó los 2'44 billones de dólares en una escalada sin precedentes.

No es ningún secreto que no pocas de las guerras existentes no surjan espontáneamente, sino que vengan provocadas, más aún, éstas y todas las demás podrían haberse evitado mediante negociaciones que desembocaran en soluciones consensuadas y con la mediación de países o comisión de países sin intereses en las respectivas zonas, pero… 

¿interesa esto al negocio militarista?, ¿se ve con buenos ojos para las empresas y países que se lucran vendiendo artefactos para la muerte de personas -genocidios como el de Gaza-, animales, plantas,…, destrucción de hábitats naturales, vivienda, hospitales, escuelas, carreteras, puentes,… contaminación de ríos, acuíferos subterráneos, suelo agrícola, mares, atmósfera,…?, ¿les importa eso algo a los señores de la guerra?, ¿o sólo les interesa el beneficio monetario que obtienen mediante "ayudas" para que con esas "ayudas" otros se destruyan mutuamente?.

¿De dónde sale el dinero para este negocio?

Según el informe 59 del Centre Delàs "Financiación de la militarización y la Guerra de fronteras en el Mediterráneo. Ranking de la banca armada 2022": "44 instituciones financieras con sede en el Estado Español han dado respaldo financiero a 12 de las 19 empresas de las que disponemos de datos: Airbus, Boeing, Honeywell International, General Dynamics, Thales, Leonardo, Safran, Grupo Eulen, Accenture, Atos, Indra y Elbit Systems.

El volumen total de estas operaciones ha ascendido a más de 14 mil millones de dólares en un período inferior a 3 años. Más de 6 mil millones en créditos y préstamos, 4 mil millones en acciones, casi 4 mil millones en operaciones de underwriting y 6 millones en compra directa de bonos de empresas armamentistas".

En esta ocasión, en el ranking aparecen las instituciones financieras que han venido apareciendo frecuentemente en los diferentes informes que se han realizado desde hace más de una década. Hablamos de bancos como Santander, BBVA, Caixabank, Sabadell y Bankinter, entre otros, pero también aparecen otros nombres que no lo habían hecho antes o que no lo hacen de forma frecuente según los datos a los que tenemos acceso regularmente […] ATOS, Accenture y Grupo Eulen son las nuevas empresas de las que hemos obtenido datos y que forman parte de las industrias sobre las que ponemos el foco en este informe".

Reivindicar la paz desde la coherencia

La Doctrina social de la Iglesia nos insta en muchísimos de sus documentos, especialmente en Pacem in terris, a construir una cultura de paz desarrollada a través de tres claves o vías esenciales: 1º) la formación de la conciencia, 2º) generar condiciones de vida justas y 3º) un consenso internacional para resolver los problemas por vía pacífica, cooperar en el desarrollo de los pueblos, lograr un desarme gradual y acordado y, finalmente, garantizar una autoridad pública universal con medios eficaces.

Para generar esa cultura de paz educamos desde la familia, la escuela y la catequesis. También elaboramos documentos que lleven a reflexionar sobre la paz, informes y comunicados de denuncia del enorme daño que las guerras y el ambiente belicista infligen sobre nuestra Casa Común. Organizamos macro manifestaciones y concentraciones como signo de protesta, como gesto de rebeldía ante la sinrazón de todas las guerras, etc.

Y todo eso está MUY BIEN. No debemos dejar de insistir en ello con todas nuestras fuerzas y medios. Mas… preguntémonos: ¿Qué pasaría si nuestros ahorros, nuestras nóminas, las subvenciones que podamos recibir para desarrollar tales o cuales proyectos sociales, nuestras domiciliaciones de recibos bancarios,… dejen de estar presentes o circulen por esos bancos que invierten en armas, equipamientos militares, etc.?, ¿es que no hay modelos de "banca con criterios éticos" -entre ellos la "no-inversión en industria militar"- donde transvasar todas nuestras cuentas?. ¿De qué sirve gritar ¡PAZ! si dejamos que el banco Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell y otros utilicen nuestro dinero para la industria de la muerte?. Desde el momento en que nos mantenemos en esto pasivos y conformistas somos cómplices directos de las mismas atrocidades que decimos rechazar.

Propuestas

  • Hagamos diálogo sobre estas cuestiones en nuestros hogares, en nuestras parroquias, comunidades religiosas, movimientos cristianos, en nuestras entidades caritativo-sociales y de promoción humana, etc. Veamos qué podemos hacer al respecto, especialmente respecto a nuestros caudales: ¿se los vamos a dejar a la banca armada o vamos a optar por un modelo de banca que sea verdaderamente ética?
  • Hagamos lo mismo en nuestros ámbitos de militancia social (ONG, AA.VV., sindicatos…) o política. Busquemos en todo y siempre actitudes y hechos coherentes con nuestros discursos teóricos que dicen buscar la paz.
  • Oremos por la paz, por la transformación de nuestros corazones, de nuestras actitudes y acciones, que estén todas encaminadas a recuperar la armonía con nuestra persona y nuestros entornos: natural y social.
  • Hagámonos eco de las reivindicaciones expresadas en la Declaración GDAMS 2024:
  1. Unamos nuestras voluntades y fuerzas a las propuestas de aquellas entidades que piden a los gobiernos que reduzcan el gasto militar o más aún al desarme mundial.
  2. Promovamos la justicia pidiendo a los gobiernos que la antepongan a los beneficios derivados del comercio de armas.
  3. Impulsemos desde todas las estructuras de participación ciudadana un debate sincero y activo sobre nuevas arquitecturas de seguridad internacionales y regionales con capacidad de respuesta real y efectiva.
  4. Reclamemos una nueva geopolítica que deje atrás las guerras y la violencia, creando estructuras de gobernanza mundial con un clima de cooperación y diálogo.

Es posible, desde el instante en que podemos dar el primer paso. Sólo necesitamos conciencia, firme determinación y coherencia.

Santi Catalán, Justicia y Paz Tenerife