La fiscalidad como garantía de una economía más social y transversal 

13.01.2023

Ya en el mes de Julio de 2022 publicamos en nuestro blog de Justicia y Paz un artículo con el título "NO HAY JUSTICIA SOCIAL SIN UNA JUSTICIA FISCAL. "El tiempo es ahora". Desde esa fecha los cambios en las políticas fiscales han sido excesivamente tímidos, muy parciales y fragmentados, no responden a una política fiscal sino a una politización de la fiscalidad.

Hay que reconocer medidas que aminoran el impacto de la crisis controlando la inflación, poniendo en marcha ayudas sociales (al transporte, la energía, la alimentación...) o reduciendo algunos impuestos, sobre todo el IVA, o creando impuestos especiales a los beneficios caídos del cielo (energéticas y tecnológicas) o a los beneficios extraordinarios (Banca), o el nuevo impuesto a las grandes fortunas.

Estas medidas en realidad no entran en el fondo de la política fiscal, cuyas recomendaciones se recogieron en el libro blanco presentado hace ya 11 meses y que sigue durmiendo en los cajones del Ministerio de Hacienda, es previsible que su despertar no se producirá en un año electoral: los votos por encima de la justicia y el bien común. Es más, algunas de estas medidas favorecen más las clases adineradas, son regresivas porque representan una proporción mucho mayor de los ingresos de las personas en situación de pobreza, como el caso de los 0,20 € de descuento en los combustibles, medida reorientada a profesionales este mes de enero. Las propuestas y demandas de la Plataforma por la Justicia Fiscal [1] de la que Justicia y Paz formamos parte, siguen esperando ser tenidas en cuenta.

Por otra parte, estamos asistiendo, especialmente estos últimos meses, al "dumping fiscal" y pugna entre comunidades autónomas por bajar impuestos, repercutiendo en la sostenibilidad de los servicios públicos, llegando a darse el caso de que la Comunidad autónoma más rica de España, Madrid, esté a la cola en inversión por habitante en educación, salud y otras políticas sociales. Estos cambios en las políticas fiscales favorecen, por lo general, a las clases más pudientes: bajada en impuestos sobre la riqueza, propiedad inmueble, sociedades, patrimonio, sucesiones, y rebajas en el IRPF en los tramos más altos. Es interesante el artículo, [2] reciente de Laura Delle, relativo a la competencia entre CCAA y sus consecuencias.

La extensión de este escrito [3] no da para detenernos cifras, pero a poco que sigamos la actualidad, somos conscientes de lo que está suponiendo esa politización e ideologización de la fiscalidad y su impacto, generando desconfianza y confusión en la población, sobre la necesaria pedagogía para una fiscalidad justa si se quiere tener una justa política social. "Todo ello provoca una gran desafección ciudadana hacia el sistema impositivo y sensación de que no hay una apuesta clara por un modelo social concreto, ni una relación directa entre lo que se quiere hacer políticamente y los recursos necesarios para hacerlo".

Se alimenta y desenfoca lo que debería ser un análisis más crítico de las políticas fiscales, poniendo el acento en la bajada o subida de impuestos, en vez de abordar la necesidad de una fiscalidad justa, progresiva y suficiente, garante de derechos en un Estado democrático y social.

Se genera un mensaje erróneo a la sociedad, provocando preguntas como ¿Son útiles de verdad los impuestos o nos los podríamos ahorrar? ¿Están bien distribuidos? ¿Tiene sentido que yo pague impuestos cuando parece que hay tanta corrupción? ¿Los Estados, hacen lo suficiente para luchar contra el fraude fiscal?

Es necesario sanear y romper, desde la información y formación fiscal, este caldo de cultivo que pone mayor énfasis en la inversión y la ingeniería de los presupuestos, o en justificar la elusión y hasta la evasión de capitales a las guaridas fiscales, porque otros lo hacen, que en la exigencia de una fiscalidad justa para luchar contra la desigualdad creciente y garantizar el bien común. Según el índice de Gini -que mide la desigualdad de los ingresos en un país-, en 2021 fue 33,0, con una tasa de riesgo de pobreza del 20,7%.

Al final, apaños fiscales que no superan las grandes brechas ni garantizan el necesario equilibrio entre ingresos y gastos, entre recaudación e inversión, y ponen en peligro el precario estado del bienestar que tan fácilmente puede tener retrocesos aplicando medidas populistas y de corte neoliberal. Recientemente en el Reino Unido, tras una medida populista de bajada general de impuestos se han visto en la necesidad de tener que recaudar más para dotar de recursos al Estado, al menos para hacer frente a la deuda externa, aunque sigan con la privatización de los servicios públicos en sanidad, educación y atención social, agrandando la brecha entre las clases sociales

Nos olvidamos que la pregunta fundamental y primera que nos debemos hacer es qué modelo de sociedad queremos, cómo rescatar a las personas que están más al margen de la sociedad y cómo crear sociedades más justas e igualitarias; y después podremos cuestionar si el destino de esos bienes fiscales colectivos están orientados e invertidos en lo que deben estar o no y realizar entonces esa tarea de denuncia profética que supone un compromiso por crear condiciones de sostenibilidad y plantear alternativas viables, a través de los organismos diseñados para ello en nuestras sociedades.

Mientras no tengamos una fiscalidad justa, progresiva y suficiente será difícil alcanzar un modelo de estado de bienestar, y las desigualdades seguirán creciendo. La implementación de medidas que no sean estructurales y se mantengan en el tiempo no lograran acortar la brecha de desigualdad en la población. Es más, los datos recientemente publicados muestran el incremento de la brecha de ingresos disponibles, incluso tras una mayor acción correctora del Estado mediante los impuestos y prestaciones comentados más arriba. EL dato de 2021 muestra que  El 20% más rico de España se aleja y multiplica ya por 6 la renta de la persona más pobre. [4] No son sólo peores que en la UE, sino que empeoran mientras los de la UE mejoran. El por qué, hay que buscarlo tanto en la facilidad del 20%, el 10% y especialmente el 1% con mayores ingresos para retener ingresos en cuanto vienen mal dadas como en la insuficiente capacidad correctora del Estado, a pesar de un esfuerzo inédito desde 2020.

Y si nuestra sensibilidad se abre a las consecuencias en lo relativo a la casa común, como sociedad cada vez más globalizada, es evidente que sin una justa política fiscal los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) estarán muy lejos de ser cumplidos, porque una mala fiscalidad no solo repercute en las brechas de desigualdad, sino que también genera evasión fiscal, refuerza las guaridas fiscales, y dificulta acometer políticas de sostenibilidad ambiental.


José Luis Cantero y Fidel García
Justicia y Paz en la Plataforma Estatal por la Justicia Fiscal


[1] Plataforma por la Justicia Fiscal en la que se recogen sucintamente las reivindicaciones de la PxJF, y las entidades que la integran

[2] Artículo El País: La brecha entre las comunidades ricas y las menos dinámicas se enquista desde el año 2000

[3] Para una reflexión y análisis más amplio recomendamos el Cuaderno 205 de Cristianisme i Justicia, de Xavier Casanovas: Fiscalidad Justa, una lucha global https://www.cristianismeijusticia.net/es/fiscalidad-justa-una-lucha-global

[4] Artículo de Infolibre El 20% más rico de España se aleja y multiplica ya por 6 la renta de la persona más pobre