Es el momento de actuar y de la participación
La Exhortación apostólica Laudate deum está dirigida a todas las personas de buena voluntad, creyentes y no creyentes, la voz del papa Francisco vuelve a oírse alta y clara, llamando la atención sobre los desafíos a los que nos enfrentamos en el contexto de la crisis climática. El motivo de Laudate deum, dada a conocer el 4 de octubre, día litúrgico de la memoria de San Francisco, es muy claro y explícito por el propio Papa: «Han pasado ya ocho años desde que publiqué la Carta encíclica Laudato si', cuando quise compartir con todos ustedes, hermanas y hermanos de nuestro sufrido planeta, mis más sentidas preocupaciones sobre el cuidado de la casa común. Pero con el paso del tiempo advierto que no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre» (LD, 2).
Porque, de hecho, estamos peligrosamente cerca de un punto de no retorno, y en muchos aspectos ya lo hemos alcanzado, porque ni siquiera estamos reaccionando de la manera necesaria y con la rapidez requerida ante un problema global que afecta a la dignidad de la vida humana y de todas las criaturas, ya que no es una cuestión secundaria o ideológica, sino un drama que nos perjudica de forma global. Se señala claramente el cambio climático «como un escandaloso ejemplo de pecado estructural» (LD, 3).
El Papa destaca los signos del cambio climático, afirmando que ya no se puede dudar del origen humano - "antrópico"- de este cambio (capítulo 1). Con insistencia, vuelve a llamar la atención sobre los enormes riesgos derivados de un paradigma tecnocrático que se alimenta a sí mismo, utilizando los recursos de la tierra con el objetivo de obtener siempre más beneficios y más poder, cada vez más concentrados en una pequeña parte de la humanidad (Capítulo 2). Señala la debilidad de la política internacional, que no ha tenido ni la voluntad ni la capacidad de promover las actitudes adecuadas para responder a los desafíos, subrayando la necesidad de rediseñar urgentemente el multilateralismo (Capítulo 3). Recuerda que aunque los representantes de más de 190 países se reúnen periódicamente para reflexionar sobre la cuestión climática, los objetivos fijados y los protocolos firmados, aunque han permitido algunos avances y logros, no han conseguido cambiar el curso de los acontecimientos (Capítulo 4), por lo que anima a que en la próxima Conferencia de las Partes (COP 28 - Dubai) se supere definitivamente la lógica de presentarse como sensibles a los problemas, sin tener al mismo tiempo el coraje de realizar cambios sustanciales (Capítulo 5). Por último, el papa Francisco recuerda a los fieles católicos las motivaciones para la acción que brotan de su propia fe, animando del mismo modo a sus hermanos y hermanas de otras religiones. En este sentido, los cristianos nunca pueden ignorar las palabras de las que se hace eco el primer capítulo del libro del Génesis: «Cuando Dios vio toda su obra, la consideró muy buena» (capítulo 6). Este es también el sentido del título de esta carta «ALABEN A DIOS, por todas sus criaturas», recordándonos que siempre que el ser humano se arroga el dominio de todo, pretendiendo ocupar el lugar de Dios, acaba convirtiéndose en el peor peligro para sí mismo (cf. LD, 73).
En este tiempo de tanta perplejidad, cuando las guerras parecen imponer su lógica y el cambio climático también hace sentir sus consecuencias, sobre todo, y como siempre, en la vida de las personas más pobres y frágiles, la Comisión de Justicia y Paz de Portugal acoge la invitación que se nos hace en este texto a hacer un «camino de reconciliación con el mundo que nos cobija y a enriquecerlo con nuestra propia aportación, porque nuestro compromiso tiene que ver con la dignidad personal y los grandes valores» (LD, 69).
Con valentía y «de una vez por todas, acabemos con la actitud irresponsable que presenta la cuestión sólo como medioambiental, "verde", romántica, a menudo ridiculizada por los intereses económicos. Reconozcamos de una vez que se trata de un problema humano y social en el sentido más amplio y a diferentes niveles» (LD, 58).
Porque éste es el momento de la acción, que requiere la implicación de todo el mundo, la Comisión de Justicia y Paz de Portugal hace un llamamiento a todas las mujeres y hombres de buena voluntad para que se comprometan a promover un diálogo serio, que acoja la aportación y reflexión de las diversas sabidurías y racionalidades con las que podemos y debemos pensar el cuidado de nuestra casa común y de la condición humana, como se hace en esta Exhortación, para impulsar los cambios de estilo de vida que hoy debemos asumir con valentía.
Nota de la Comisión de Justicia y Paz Portugal