Justicia y Paz dialoga sobre una economía con alma que cuide de las personas y de la casa común

18.02.2021
  • La ética y la naturaleza nos ofrecen claves que pueden ocupar el centro de la economía de mercado capitalista.
  • La economía de Francisco busca hacer efectiva la contribución de la esencia de cada persona a la administración lógica de la casa común sin corromper ni corromperse.
  • Construir una teoría económica sólida supone una educación en los nuevos valores y una práctica con la necesaria participación, consciente y comprometida, de todos los actores económicos.

La Comisión General de Justicia y Paz reflexionó ayer sobre economía ecológica, como tercer objetivo Laudato si'. El webinar forma parte de un conjunto de seminarios que tienen por objeto dialogar sobre las propuestas de actuación de la encíclica Laudato si' en su año de aniversario especial, que se celebra hasta mayo de 2021.

La etimología de las palabras economía y ecología nos lleva a pensar en la administración lógica de la casa común. La lógica de la economía no puede ser el crecimiento infinito porque este supone degradar el planeta y, junto a ello, la propia vida de las personas. La consecuencia inmediata es desplazar ese valor central del modelo económico actual.

Aumento del bienestar pero no de la felicidad pública

Los valores de la economía de mercado capitalista son el crecimiento ilimitado junto a la competencia y el rendimiento. Obtenemos así un modelo que degrada la casa común, por ser insostenible, y degrada a las personas, por invitar a ser mejores que otras y no perder lo que se tiene, generando una cultura de la desconfianza y el descarte.

Aunque el capitalismo ha generado mayores ingresos per cápita, ha reducido los niveles de pobreza absoluta y ha aumentado la esperanza de vida, lo que podemos traducir por un aumento material del bienestar, no ha logrado reducir la desigualdad, proteger la vida, disminuir la discriminación o repartir los bienes, por lo que no contribuye a la felicidad pública.

La ética invita a buscar un beneficio humano y natural, sugiriéndonos claves de cambio desde la economía civil como la reciprocidad y la gratuidad, redirigir la finalidad de la acumulación de bienes hacia su gestión en beneficio del bien común y el desarrollo humano, la redefinición de la libertad económica hacia el compromiso con la sociedad sustituyendo la suma de bienes por la multiplicación de las personas.

La naturaleza ofrece ejemplos que suponen claves de valor como el mutualismo, la interdependencia y la cooperación de los ecosistemas.

Compartir versus competir

La Iglesia católica alerta del cambio necesario a través de la Economía de Francisco que busca un dialogo en el que se pongan en común las formas de hacer economía, centradas en la persona y el planeta, para crear un modelo económico que favorezca el bien común. Incluye las propuestas de ser levadura, que haga crecer a las personas sacando la esencia de cada una en favor de las demás, y ser sal, que evita la corrupción.

Esto supone cambiar la óptica desde el competir entre las personas y por los recursos hacia la de la ayuda y el compartir. Cada persona tiene algo que aportar a la sociedad y no pueden mantenerse ideologías económicas que sirvan para descartar a las personas más pobres.

Otras alternativas económicas sociales están en marcha con estos mismos valores reflejando la insatisfacción con el neoliberalismo capitalista globalizado, que conlleva la movilidad de empresas, recursos y la financiarización de la economía. Las alternativas comparten distintas formas de conseguir democracia económica a través del control social de las inversiones, los nuevos modelos de gobierno de las empresas y la facilidad de los recursos necesarios para que cada persona se desarrolle como tal.

Los nuevos modelos de gobierno de las empresas contemplan la participación de todos los grupos sociales, involucrados en su actividad, y están comprometidos con la medición de resultados económicos, sociales y ambientales a través de indicadores indirectos cuando sea preciso.

Existen inversiones socialmente responsables, que a través de criterios excluyentes o positivos, pretenden la implicación social activa y el activismo de las personas accionistas y sirven para manifestar el cambio de los comportamientos y actuaciones personales.

Son de desatacar las finanzas éticas que fomentan la participación activa, no son especulativas, son transparentes, combaten la exclusión financiera, compatibilizan el beneficio social, medioambiental y económico y están reguladas por comités éticos.

El escenario Covid-19 devuelve un reflejo de lo que vivimos y nos brinda un tiempo de oportunidad para tomar un rumbo mejor en muchos planos, incluido el económico. La educación nos permite compartir experiencias y conocimientos que resitúen los valores para "poner en marcha un nuevo modelo económico, fruto de una cultura de comunión, basado en la fraternidad y la equidad"[1].



[1] Carta del papa Francisco para el encuentro "Economy of Francesco". Asís, mayo 2020