Día Internacional de la No Violencia
«"Amad a vuestros enemigos" (Lc 6, 27)". Con razón, esta página evangélica se considera la carta magna de la no violencia cristiana, que no consiste en rendirse ante el mal —según una falsa interpretación de "presentar la otra mejilla" (cf. Lc 6, 29)—, sino en responder al mal con el bien (cf. Rm 12, 17-21), rompiendo de este modo la cadena de la injusticia. Así, se comprende que para la comunidad cristiana la no violencia no es un mero comportamiento táctico, sino más bien un modo de ser de la persona, la actitud de quien está tan convencido del amor de Dios y de su poder, que no tiene miedo de afrontar el mal únicamente con las armas del amor y de la verdad» (Benedicto XVI, Ángelus 18/02/2007).
Cada 2 de octubre, el mundo celebra el Día Internacional de la No Violencia en conmemoración del nacimiento de Mahatma Gandhi, un líder indio que dedicó su vida a la lucha pacífica por la independencia de la India y a la promoción de los valores de la no violencia y la justicia. Esta fecha es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de la no violencia, la paz, la justicia, el amor y la verdad.
«La acción no violenta es una técnica por medio de la cual las personas que rechazan la pasividad y la sumisión pueden llevar adelante su lucha sin violencia. La acción no violenta no es un intento por prevenir o ignorar el conflicto. Es una respuesta al problema de cómo actuar efectivamente en política, especialmente cómo ejercer el poder de manera efectiva» (Gene Sharp).
El Día Internacional de la No Violencia nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre cómo la no violencia sigue siendo relevante en el mundo contemporáneo. En un momento en el que la violencia, los conflictos armados y las tensiones políticas pueden parecer abrumadoras, la filosofía de la no violencia nos recuerda que existen alternativas viables y efectivas para resolver los problemas.
La no violencia no se limita a la resistencia política. También es fundamental en la promoción de la paz y la justicia en la sociedad en su conjunto. La no violencia implica respetar los derechos humanos, promover la igualdad, resolver conflictos de manera pacífica y fomentar la cooperación en lugar de la confrontación. Construir una sociedad de Paz y Justicia sólo es realizable desde los pequeños actos, entre nosotras y nosotros, con nuestras familias, en el trabajo, en todo ámbito, grande o pequeño, de nuestras vidas.
En el Mensaje por la Paz del 2017, Francisco nos llamaba a construir esta sociedad a través de la No Violencia desde nuestros lugares de responsabilidad, cada cual con su aporte pero con «muestras de misericordia, rechazando descartar a las personas, dañar el ambiente y querer vencer a cualquier precio».
Hoy, invitamos a recordar la Buena Nueva, el Magisterio de Nuestra Iglesia y el profundo trabajo realizado desde el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral y la Comisión Justicia y Paz para, en unión, continuar construyendo una sociedad de bienaventuranzas, de mansedumbre, de misericordia, de hombres y mujeres de paz, de corazón puro, con hambre y sed de justicia.
Francisco Vila, JP Madrid