Contra el racismo y la discriminación racial

27.03.2021

Muchas personas recuerdan todavía la lucha por los derechos civiles en países Suráfrica, donde reinaba el sistema de la segregación racial, el Apartheid, o los discursos impactantes del reverendo Martin Luther King, premio Nobel de la Paz, y la brutal represión de los derechos civiles en Estados como Alabama , Georgia y Misisipi. Otro hecho fue la marcha de Selma a Montgomery en marzo 1965 con Dr. King a la cabeza. Finalmente gobernadores ultra-conservadores y recalcitrantes como George Wallace tuvieron que ceder ante el justo reclamo de los derechos constitucionales, pero no lo hicieron antes de que se hubiera producido gran violencia contra la población negra y sus líderes, no antes del encarcelamiento, la tortura y la muerte de muchas personas que solamente exigieron la aplicación del art. 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos , a saber : "todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y , dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros". En Fratelli tutti el papa Francisco coloca la fraternidad y la amistad social como ejes centrales de la encíclica.

Llama la atención que en la Declaración de Independencia de los EEUU, proclamada el 4 de Julio de 1776, ya se refiere a esta noción tan importante que "all men are created equal, that they are endowed by their Creator with certain unalienable rights , that among these are life, liberty and the pursuit of happiness", pero es triste constatar que pasará casi un siglo más antes de abolir la esclavitud allí y casi dos siglos antes de aplicar los derechos civiles para toda la ciudadanía americana. Lo que está reconocido en la ley necesita a veces un largo periodo de lucha para conseguir que se cumpla y, en este caso, tardó en desmantelase la argumentación pervertida que mantenía la segregación y seguía con la discriminación racial que hoy aún se mantiene en algunas personas. Una buena película como "Selma" (2014), históricamente correcta, nos enseña cómo hace unas décadas los negros eran considerados una raza inferior a los blancos. Y grupos como el Ku Klux Klan (oficialmente prohibido aunque todavía existe) ejercieron impunemente una violencia brutal hacia la población negra, incluso defendiendo, en su delirio de soberbia, la segregación racial como voluntad de Dios. ¿Puede alguien equivocarse más? Es increíble que estas personas racistas pertenecieran y pertenezcan a iglesias cristianas, viviendo en una burbuja de prejuicios raciales y odios totalmente contrarios al Evangelio.

Ahora bien, aunque prohibida por ley, la discriminación racial pervive en muchos países de nuestro mundo a un nivel más sutil pero sin duda presente a la hora de discriminar a personas de color para encontrar un empleo, una vivienda, el acceso a un colegio o a la universidad. El pluralismo oficial es en muchas ocasiones una fachada tras la que se encuentra cualquier tipo de racismo. Incluso de modo abierto. Un ejemplo es Oriente Medio con las empleadas de hogar, procedentes de países asiáticos, que son explotadas con 18 horas diarias de trabajo, siendo esta la regla más que la excepción. Estas trabajadoras sufren también con frecuencia agresión verbal y hasta sexual (cf.  informes de Amnistía International sobre este tema).

Tratar a las personas de un grupo o etnia, por motivos raciales, como seres inferiores y hablar de ellas con menosprecio y de modo humillante es todavía muy frecuente en muchos países del mundo. A veces se mezclan elementos religiosos y culturales con los raciales. Tenemos un ejemplo muy trágico en nuestra propia Europa con el anti-semitismo y su terrible zenit en el Holocausto, organizado de modo premeditado y sistemático en la Alemania nazi (1933-1945), que terminó con el asesinato de 6 millones de personas judías en campos de concentración, como Auschwitz y Treblinka, después de muchos progromos y redadas en distintos lugares de la Europa ocupada por los nazis.

Desgraciadamente, el racismo ha sido fomentado también en algunas corrientes de la teología cristiana en las que se defendían ideas como que la persona blanca está más cerca de Dios que la negra, partiendo de un supuesto derecho natural de la raza blanca que no había de mezclarse con otras para no degradarse o perderse. Parece que estas ideas no se erradican fácilmente, teniendo su influencia en las actitudes de muchas personas, de entonces y de hoy. Estas ideas son universales y son aplicadas en otras culturas, ideologías o religiones. Podemos comprobarlas, por ejemplo, en la masiva persecución de los uigures en China y su internamiento en campos de reeducación bajo condiciones infrahumanas, o en la huida masiva de la perseguida tribu de los rohinya de Myanmar a otros países como Bangladés. Los rohinya son una minoría islámica en un país de mayoría budista, ahora tomado por los militares.

Hay esperanza ¡es verdad!

Tenemos algunos logros muy significativos del pasado reciente con la abolición del Apartheid en Sudáfrica y Nelson Mandela como primer presidente negro después de unas elecciones democráticas. Tenemos la victoria del movimiento "civil rights", de los años 60 del siglo pasado y el fin de la segregación racial en EEUU. Y también tenemos la participación activa de la juventud contra el racismo en iniciativas que quieren fomentar una cultura mundial de tolerancia, igualdad y antidiscriminación. La Asamblea General de la ONU en resoluciones recientes reitera que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y tienen la capacidad de contribuir de manera constructiva al desarrollo y bienestar de la sociedad. Además afirma que todas las doctrinas de superioridad racial son científicamente falsas, moralmente condenables, socialmente injustas y peligrosas. Todo esto es verdad. Pero la lucha sigue. ¿Quién no recuerda la muerte de George Floyd en junio 2020 a manos de unos policías y la reacción de gran indignación de muchos grupos, reunidos bajo el lema "Black Lives Matter", en marchas masivas en las calles de muchas ciudades en EEUU y en todo el mundo para protestar contra la injusticia racial y contra actitudes intolerables, producto de prejuicios raciales muy persistentes en largos estamentos de la sociedad estadounidense? Es un dato conocido que en EEUU la violencia policial se dirige tres veces más a afro-descendientes que a otros grupos. Una de las mayores problemas allí todavía es el racismo dentro de las instituciones , dentro del mismo cuerpo de la policía , hecho considerado como un gran problema de salud pública según una asociación nacional de médicos.

Hay que seguir entonces en la lucha contra la discriminación racial y de cualquier otro tipo, sabiendo que existen muchos tanto a nivel personal como a nivel de organismos nacionales e internacionales. En Europa hay una red de organismos contra el racismo (ENAR) y también existe una Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA) en Viena. Su labor es imprescindible, sobre todo en estos tiempos de pandemia en los que esta lacra se une a otras en las migraciones, el hambre y el cambio climático. Estas crisis confluyen en una gran crisis humanitaria y causan un creciente debilitamiento de los derechos básicos de mucha gente de color. Se perciben medidas ocultas contra estas personas que se pueden resumir con la expresión "perfil étnico", hecho denunciado por instituciones como Amnistía International. Este hecho se refleja en que quienes deben mantener la ley sospechan y controlan más a las minorías en caso de criminalidad, algo que daña la integridad de estas personas y divulga ideas erróneas sobre sus cualidades como trabajadoras y profesionales..

Sombras

En un discurso dirigido a participantes de "La Conferencia Mundial sobre xenofobia , racismo y nacionalismo populista en el contexto de las migraciones mundiales" en el Vaticano (obsérvese la relación estrecha entre racismo-xenofobia y nacionalismo, estilo populista), el papa Francisco dice que "ante la difusión de las nuevas formas de xenofobia y racismo, los líderes de todas las religiones tienen también una misión importante: difundir entre sus fieles los principios y los valores éticos inscritos por Dios en el corazón del hombre, conocidos como la ley moral natural".

El Papa muestra en muchas ocasiones su preocupación en la propagación de sentimientos que pensábamos que estaban superados en la historia. Está claro que hay que estar vigilantes, en toda época y también hoy cuando con frecuencia, así lo formula el Papa, existen "sentimientos de sospecha, miedo, desprecio e incluso odio hacia personas o grupos considerados no suficientemente dignos de participar plenamente en la vida de la sociedad. Estos sentimientos inspiran actos de intolerancia, discriminación o exclusión que atentan gravemente contra la dignidad de las personas afectadas y sus derechos fundamentales, incluido el derecho a la vida misma y a la integridad física y moral".

Está claro que en nuestra época existen todavía personas "Sharpeville´s", "Selma´s", "George Wallace´s" y urge promover el respeto y la dignidad inherente a toda persona humana , tarea y compromiso de todos y todas , empezando por las familias donde se enseñan los grandes valores como el compartir, la hospitalidad y la solidaridad a una edad temprana . Desde luego es también tarea de gran responsabilidad y compromiso para quienes forman y educan desde el colegio y hasta la universidad. El Papa habla con frecuencia sobre la necesidad de un Pacto Educativo Global, precisamente también para fomentar una cultura del cuidado, de la inclusión , del respeto por cuanto existe y en contra de una educación que está al servicio de la ideología del éxito y de una economía que produce descarte, exclusión y tantas otras injusticias y miserias que vemos diariamente, entre ellas, el racismo. Un Pacto Educativo Global sería un buen paso en la dirección deseada hacia una cultura al servicio de los grandes valores de la justicia y de la paz, hacia una cultura que promueva el desarrollo integral de los seres humanos, superando los prejuicios en torno a las diferencias físicas y culturales presentes en la familia humana.

Solidaridad y tolerancia

Se necesita profundizar en lo que significa la solidaridad, ya presente en Mater et magistra, del papa San Juan XXIII, pero con la centralidad del concepto de la encíclica Sollicitudo rei socialis, del papa San Juan Pablo II. La solidaridad es consecuencia y elemento intrínseco de la identidad y vocación del ser cristiano. Al desarrollar esta solidaridad necesitamos liberarnos de ciertos miedos y darnos cuenta de lo que significa ser un ser humano; es decir, un ser libre, sensible con capacidad empática y con capacidad de ser misericordioso. Un ser humano que responde positivamente a la invitación de Dios a relacionarnos con lo verdaderamente humano en nosotros. Y lo humano está directamente relacionado con lo cristiano. Podemos decir que cuanto más auténticamente humanos somos más auténticamente cristianos seremos. En este sentido se puede afirmar que cuanto más humano sea, estaré más cercano a Dios. Quien era más humano y más cercano a Dios fue el mismo Jesús de Nazareth ,Hijo del hombre e Hijo de Dios. Entonces seguir a Jesucristo es profundizar en lo divino-humano, y sobre todo ejercer la misericordia y la virtud de la solidaridad con quienes son débiles y vulnerables o sufren discriminación por su color de piel. Desarrollar la virtud de la solidaridad tiene como efecto directo desmantelar cualquier esquema de superioridad-inferioridad, algo fundamental e imprescindible para ejercer nuestra misión de cristianos en el mundo, una misión al servicio del Reino de Dios, gran proyecto de Jesucristo (cf. Cabrera-Molina, D., Liberarnos del miedo. Una voluntad entregada, Ed. Sal Terrae, 2021). La solidaridad concebida como virtud conlleva necesariamente el trabajar por un cambio fundamental de las "estructuras del pecado" (cf. la encíclica SRS de Juan Pablo II) en unas estructuras de justicia social para todos y todas.

Actitud directamente conectada con la virtud de la solidaridad y la lucha contra la discriminación racial es la práctica de la tolerancia, que no hay que confundir con el laxismo inaceptable o con la indiferencia moral, tan extendida por nuestro mundo y denunciada por el papa Francisco como uno de los grandes males de nuestros tiempos. La tolerancia auténtica consiste en aceptar que otras personas tengan otra cultura, otra forma de manifestarse, otros valores y convicciones que no obstante enriquecen nuestra conciencia de compartir la humanidad y que se pone al servicio de la construcción de la no-violencia y en contra del racismo. La tolerancia entonces se convierte en una actitud eficaz contra prejuicios raciales y contribuye a una cultura de cuidado y de la fraternidad de la cual habla el papa Francisco de modo elocuente en su última encíclica Fratelli tutti; una cultura en la que no hay sitio para la discriminación racial o el racismo. Una cultura en la que nosotros podemos hacernos prójimo de quienes sufren cualquier injusticia y cualquier forma de discriminación racial. No existe ninguna barrera cultural o histórica que lo impida (cf. FT, 80-81), El papa Francisco expresa su extrañeza sobre el hecho de que todavía haya personas que "parecen sentirse alentadas o al menos autorizadas por su fe (para) sostener diversas formas de nacionalismos cerrados y violentos, actitudes xenófobas, desprecio e incluso maltratos hacia los que son diferentes. La fe, con el humanismo que encierra, debe mantener vivo un sentido crítico frente a estas tendencias , y ayudar a reaccionar rápidamente cuando comienzan a insinuarse" (cf. FT, 86).

A modo de cierre

No hay ningún supuesto derecho ni argumento humano y menos aún cristiano para defender el racismo. Cristo derramó su sangre cada persona, por lo que nadie queda fuera de su amor universal (cf. FT 85). Las personas más pobres y vulnerables están en la misma barca de la humanidad y nunca sobran ni deben ser descartadas. Sería un tremendo pecado contra Dios. Tienen la misma dignidad y necesitan nuestra solidaridad concreta como lógica consecuencia del don de la fe en Cristo. Una solidaridad necesaria como uno de los fundamentos esenciales de una cultura del encuentro y del cuidado, un rasgo fundamental de la civilización del amor. Para promover el desarrollo humano integral hay que globalizar la solidaridad entre las personas y los pueblos , máxima garantía contra desequilibrios, desigualdades e injusticias tan sangrantes y dañinas como la pobreza con sus mil caras, el racismo y la discriminación racial (cf.por ejemplo: Comas Bestard, J., Globalización , Tercer mundo y solidaridad, Ed. BAC, Madrid 2003, p.268)

Hemos llegado a una época crucial en la historia de la humanidad en que debemos elegir entre una cultura del "YO" o una cultura del "NOSOTROS/AS". Si optamos por la primera nos condenamos a vivir con enemistades, guerras, conflictos y crisis continuas en un mundo cada vez más insostenible como consecuencia del egoísmo humano, raíz de tantos males y problemas.

Elegir por una cultura de "NOSOTROS/AS" por lo tanto es la única opción viable y éticamente aceptable en la cual no cabe ni el racismo, ni la discriminación racial. Promover la igual dignidad de todas las personas finalmente tiene su raíz en la convicción firme de que "en el rostro de cada hombre y mujer resplandece algo de la gloria de Dios, fundamento último de la radical igualdad y fraternidad entre los hombres, independientemente de su raza, nación, sexo, origen, cultura y clase" (cf. Compendio de la DSI, 144).

Ton Broekman, Justicia y Paz Palencia y consejero CGJP