Una casa para cada familia

27.09.2023

Teniendo en cuenta la gravedad de la situación actual en nuestro país (Portugal) en relación con el acceso a la vivienda, hacemos una aportación al diálogo, la reflexión y la acción sobre esta cuestión. No pretendemos indicar soluciones concretas a un problema de gran complejidad, sino alertar sobre la necesidad de una visión completa del mismo y subrayar principios que, a nuestro juicio, deben servir de guía en la búsqueda de dichas soluciones.

Consideramos que la cuestión de la vivienda no puede contemplarse de forma aislada u homogénea. Desde esta perspectiva, parece necesario establecer una relación fructífera entre la vivienda (la casa, el alojamiento); el hábitat (el barrio, el lugar) y el "habitar" (el mundo humano y planetario), teniendo en cuenta la diversidad de situaciones y grupos sociales implicados.

Las tres dimensiones del acceso a la vivienda

También creemos que el acceso a la vivienda debe analizarse según tres dimensiones: acceso a la vivienda en sentido estricto; acceso a una vivienda digna y acceso a una vivienda adecuada.

En cuanto a la falta de acceso a la vivienda, debemos destacar tres situaciones cada vez más graves que se dan en la sociedad portuguesa actual: personas sin hogar que viven en la calle (sin techo); personas sin hogar en alojamientos temporales (sin vivienda) y personas en alojamientos temporales compartidos, en algunos casos en condiciones inhumanas de hacinamiento (principalmente inmigrantes, pero también estudiantes y otras personas). A estas tres situaciones se añaden otras dos, relacionadas con el riesgo o la realización de interrumpir el acceso a la vivienda actual: la dependencia financiera grave (tipos de interés elevados en los préstamos bancarios, tasas de esfuerzo que las familias no pueden permitirse) y el "desalojo" directo (desahucios; no renovación de los contratos de alquiler) o indirecto (aumentos de alquiler inasequibles).

En cuanto a la falta de acceso a una vivienda digna, cabe destacar: la falta de infraestructuras básicas (saneamiento), el mal o pésimo estado de conservación física de los edificios y la baja calidad de la construcción (pobreza energética, bajos niveles de confort térmico).

En cuanto a la falta de acceso a una vivienda adecuada cabe destacar: la inadecuación entre el tamaño de la unidad familiar y el tamaño de la vivienda (hacinamiento); la inadecuación entre las necesidades y/o capacidades de las personas mayores (especialmente las que viven solas) y, en general, de las personas con necesidades sensoriales, físicas, intelectuales, emocionales o sociales particulares y las características de la vivienda (rampas, escalones, tipo de suelo, altura de los interruptores, etc.); así como el desajuste entre el tamaño y organización de la vivienda con el desempeño de una mayor variedad de funciones (por ejemplo, el teletrabajo).

En cuanto al hábitat (el barrio, el lugar), hay que partir de la noción de que existe un continuo físico y experiencial entre la casa, las partes comunes de los edificios, los espacios públicos inmediatamente circundantes (espacios de circulación, espacios verdes, etc.) y los espacios del barrio (jardines, comercios y servicios, equipamientos, transporte público). El hábitat (el barrio, el lugar) incluye dimensiones urbanas, pero también la movilidad, el acceso a bienes y servicios básicos, la calidad medioambiental y la sociabilidad/inclusión social. El acceso al lugar es en parte una cuestión de planificación urbana (urbanismo de barrio / comunitario). Existe una separación cada vez mayor (distancia-tiempo) entre el lugar de residencia y el lugar de trabajo/estudio, lo que promueve una disociación creciente entre vivienda y lugar, con la consiguiente pérdida de espíritu y sentido de pertenencia al lugar y desarraigo de la comunidad local. El derecho a un lugar (por ejemplo, como criterio urbanístico, para el realojamiento, etc.) no está suficientemente reconocido social ni políticamente.

En cuanto al "habitar", es imprescindible contemplar este concepto desde una perspectiva de articulación con los dos anteriores: la vivienda como espacio familiar, el hábitat como espacio comunitario y el "habitar" como ejercicio vital de la familia humana que corresponde a una vida humana plena y digna, a un desarrollo humano integral.

Recordar algunos principios de la doctrina social de la Iglesia

Partiendo de este diagnóstico y de esta visión amplia y global de la cuestión, recordamos brevemente algunos principios de la Doctrina social de la Iglesia que pueden orientarnos en la búsqueda de respuestas a la crisis del acceso a la vivienda, que hoy ha alcanzado entre nosotros una gravedad sin precedentes.

El derecho a la vivienda es un derecho fundamental de la persona y de la familia. "Familia y hogar van juntos", dice el papa Francisco. Sin acceso a la vivienda, la plena realización de la persona se ve comprometida y no será posible formar familias jóvenes que puedan hacer frente al problema, igualmente grave, del descenso de la natalidad.

El derecho a la propiedad privada debe respetarse sin olvidar su función social. Esto significa que el respeto del derecho a la propiedad privada debe facilitar la realización del derecho a la vivienda para su propietario y su familia, pero también facilitar (y no impedir o limitar) el ejercicio del derecho a la vivienda para otras personas. Esto ocurrirá mediante el alquiler a precios justos y no especulativos.

En la legislación y las opciones políticas, deben tenerse en cuenta los principios de solidaridad y subsidiariedad. Esto significa que no se puede esperar que la autonomía del mercado resuelva completamente el problema, pero lo mismo debe decirse de la intervención del Estado. Es necesario intervenir para superar las imperfecciones del mercado, que ya son notorias, sin pretender sustituirlo. Deben apoyarse de diversas maneras las iniciativas en este ámbito en el sector social y cooperativo.

La búsqueda de respuestas concretas implica cuestiones técnicas que, por su complejidad, nos superan. Lo que queremos subrayar en esta nota es, ante todo, la necesidad, dada la extrema gravedad del problema, de encontrar esas respuestas con carácter prioritario y urgente, sobre la base del diálogo, la concertación y el establecimiento de compromisos claros y duraderos. Como siempre, tenemos la disposición de aportar nuestra contribución en esta dirección.

Comisiones de Justicia y Paz de Portugal