Un momento de peligro histórico: seguimos a 90 segundos de la medianoche
Las tendencias ominosas siguen dirigiendo al mundo hacia una catástrofe global. La guerra en Ucrania y la dependencia generalizada y creciente de las armas nucleares aumentan el riesgo de una escalada nuclear. China, Rusia y Estados Unidos están gastando enormes sumas en ampliar o modernizar sus arsenales nucleares, lo que aumenta el peligro siempre presente de una guerra nuclear por equivocación o error de cálculo.
En 2023, la Tierra experimentó su año más caluroso jamás registrado, y millones de personas de todo el mundo se vieron afectadas por inundaciones masivas, incendios forestales y otros desastres relacionados con el clima. Mientras tanto, se aceleraron los rápidos y preocupantes avances en las ciencias de la vida y otras tecnologías disruptivas, y los gobiernos solo hicieron débiles esfuerzos para controlarlos.
Los miembros del Consejo de Ciencia y Seguridad estamos profundamente preocupados por el deterioro del mundo. Por eso hemos puesto el Reloj del Juicio Final a dos minutos de la medianoche en 2019 y a 100 segundos de la medianoche en 2022. El año pasado, expresamos nuestra mayor preocupación moviendo el Reloj a 90 segundos para la medianoche -lo más cerca de una catástrofe global que ha estado nunca- en gran parte debido a las amenazas rusas de usar armas nucleares en la guerra de Ucrania.
Hoy hemos vuelto a poner el Reloj del Juicio Final a 90 segundos de la medianoche porque la humanidad sigue enfrentándose a un nivel de peligro sin precedentes. Nuestra decisión no debe tomarse como una señal de que la situación de la seguridad internacional se ha relajado. Por el contrario, los líderes y la ciudadanía de todo el mundo deben tomar esta declaración como una dura advertencia y responder con urgencia, como si hoy fuera el momento más peligroso de la historia moderna. Porque bien podría serlo.
Pero el mundo puede ser más seguro. El Reloj puede alejarse de la medianoche. Como escribimos el año pasado: "En esta época de peligro mundial sin precedentes, se requiere una acción concertada, y cada segundo cuenta". Esto es igual de cierto hoy.
Las múltiples dimensiones de la amenaza nuclear
Parece lejano un final duradero de la guerra de Rusia en Ucrania, y el uso de armas nucleares por parte de Rusia en ese conflicto sigue siendo una seria posibilidad. En febrero de 2023, el presidente ruso Vladimir Putin anunció su decisión de "suspender" el Nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (Nuevo START). En marzo, anunció el despliegue de armas nucleares tácticas en Bielorrusia. En junio, Sergei Karaganov, asesor de Putin, instó a Moscú a considerar el lanzamiento de ataques nucleares limitados contra Europa Occidental como forma de concluir favorablemente la guerra en Ucrania. En octubre, la Duma rusa votó a favor de retirar la ratificación por Moscú del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, mientras el Senado estadounidense seguía negándose incluso a debatir la ratificación.
Los programas de gasto nuclear de las tres mayores potencias nucleares -China, Rusia y Estados Unidos- amenazan con desencadenar una carrera armamentística nuclear a tres bandas a medida que se derrumba la arquitectura mundial de control de armamentos. Rusia y China están ampliando sus capacidades nucleares, y en Washington aumenta la presión para que Estados Unidos responda del mismo modo.
Mientras tanto, hay otras posibles crisis nucleares. Irán sigue enriqueciendo uranio hasta casi fabricar armas, al tiempo que pone trabas al Organismo Internacional de la Energía Atómica en cuestiones clave. Los esfuerzos para restablecer un acuerdo nuclear con Irán parecen improbables, y Corea del Norte sigue construyendo armas nucleares y misiles de largo alcance. La expansión nuclear en Pakistán y la India continúa sin pausa ni freno.
Y la guerra en Gaza entre Israel y Hamás tiene el potencial de convertirse en un conflicto más amplio en Oriente Medio que podría plantear amenazas impredecibles, a escala regional y mundial.
Un panorama ominoso para el cambio climático
En 2023, el mundo se adentró en territorio desconocido al sufrir el año más caluroso jamás registrado y las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero siguieron aumentando. Tanto la temperatura de la superficie del mar en el mundo como en el Atlántico Norte batieron récords, y el hielo marino de la Antártida alcanzó su extensión diaria más baja desde la aparición de los datos por satélite. El mundo corre ya el riesgo de superar uno de los objetivos del acuerdo de París sobre el clima -un aumento de la temperatura no superior a 1,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales- debido a la insuficiencia de los compromisos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y de la aplicación de los compromisos ya asumidos. Para detener el incremento de calentamiento, el mundo debe lograr las cero emisiones netas de dióxido de carbono.
El mundo invirtió la cifra récord de 1,7 billones de dólares en energía limpia en 2023, y países que representan la mitad del producto interior bruto mundial se comprometieron a triplicar su capacidad de energía renovable para 2030. Sin embargo, esto se vio compensado por unas inversiones en combustibles fósiles de casi 1 billón de dólares. En resumen, los esfuerzos actuales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero son manifiestamente insuficientes para evitar los peligrosos efectos humanos y económicos del cambio climático, que afectan de manera desproporcionada a las personas más pobres del mundo. Si no se redoblan los esfuerzos, el número de víctimas de las alteraciones climáticas aumentará inexorablemente.
Amenazas biológicas en evolución
La revolución de las ciencias de la vida y las tecnologías asociadas siguió ampliando su alcance el año pasado, incluyendo, especialmente, la mayor sofisticación y eficacia de las tecnologías de ingeniería genética. Destacamos un tema de especial preocupación: La convergencia de herramientas emergentes de inteligencia artificial y tecnologías biológicas puede facultar radicalmente a los individuos para hacer un mal uso de la biología.
En octubre, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, firmó una orden ejecutiva sobre "Inteligencia Artificial segura y fiable" que pide protección "contra los riesgos del uso de Inteligencia Artificial para diseñar materiales biológicos peligrosos mediante el desarrollo de nuevas normas estrictas para la selección de síntesis biológicas". Aunque es un paso útil, la orden no es jurídicamente vinculante. Lo que preocupa es que los grandes modelos lingüísticos permitan a personas que de otro modo carecerían de conocimientos suficientes identificar, adquirir y desplegar agentes biológicos que dañarían a un gran número de seres humanos, animales, plantas y otros elementos del medioambiente. Los esfuerzos redoblados este último año en Estados Unidos para revisar y reforzar la supervisión de la investigación de riesgo en ciencias de la vida son útiles, pero hace falta mucho más.
Los peligros de la IA
Una de las novedades tecnológicas más significativas del año pasado fue el espectacular avance de la inteligencia artificial generativa. La aparente sofisticación de los chatbots basados en grandes modelos lingüísticos, como Chat GPT, llevó a agentes expertos a expresar su preocupación por los riesgos existenciales derivados de nuevos y rápidos avances en este campo. Pero otros sostienen que las afirmaciones sobre el riesgo existencial desvían la atención de las amenazas reales e inmediatas que plantea la IA en la actualidad (véase, por ejemplo, "Evolución de las amenazas biológicas" más arriba). Sea como fuere, la IA es una tecnología disruptiva paradigmática, por lo que los recientes esfuerzos de gobernanza global de la IA deberían ampliarse.
La IA tiene un gran potencial para magnificar la desinformación y corromper el entorno informativo del que depende la democracia. Los esfuerzos de desinformación posibilitados por la IA podrían ser un factor que impidiera al mundo hacer frente con eficacia a los riesgos nucleares, las pandemias y el cambio climático.
Los usos militares de la IA se están acelerando. Ya se está produciendo un uso extensivo de la IA en inteligencia, vigilancia, reconocimiento, simulación y entrenamiento. Especialmente preocupantes son las armas autónomas letales, que identifican y destruyen objetivos sin intervención humana. Las decisiones de poner la IA bajo el control de importantes sistemas físicos -en particular, las armas nucleares- podrían suponer una amenaza existencial directa para la humanidad.
Afortunadamente, muchos países están reconociendo la importancia de regular la IA y están empezando a tomar medidas para reducir el potencial de daño. Estos primeros pasos incluyen una propuesta de marco regulador de la Unión Europea, una orden ejecutiva del presidente Biden, una declaración internacional para abordar los riesgos de la IA y la formación de un nuevo órgano consultivo de la ONU. Pero se trata sólo de pequeños pasos; hay que hacer mucho más para instituir reglas y normas eficaces, a pesar de los enormes retos que supone gobernar la inteligencia artificial.
Cómo hacer retroceder el reloj
A todos los habitantes de la Tierra nos interesa reducir la probabilidad de una catástrofe mundial provocada por las armas nucleares, el cambio climático, los avances en las ciencias de la vida, las tecnologías disruptivas y la corrupción generalizada del ecosistema mundial de la información. Estas amenazas, individualmente y en su interacción, son de tal carácter y magnitud que ninguna nación o líder puede controlarlas. Esa es la tarea de dirigentes y naciones que trabajan conjuntamente en la creencia compartida de que las amenazas comunes exigen una acción común. Como primer paso, y a pesar de sus profundos desacuerdos, tres de las principales potencias mundiales -Estados Unidos, China y Rusia- deberían iniciar un diálogo serio sobre cada una de las amenazas globales aquí descritas. Al más alto nivel, estos tres países deben asumir la responsabilidad del peligro existencial al que se enfrenta ahora el mundo. Tienen la capacidad de sacarlo del borde de la catástrofe. Deben hacerlo, con claridad, valentía, y sin demora.
Fundado en 1945 por Albert Einstein, J. Robert Oppenheimer y científicos de la Universidad de Chicago que ayudaron a desarrollar las primeras armas atómicas en el Proyecto Manhattan, el Boletín de los Científicos Atómicos creó el Reloj del Juicio Final dos años después, utilizando las imágenes del apocalipsis (medianoche) y el lenguaje contemporáneo de la explosión nuclear (cuenta atrás hasta cero) para transmitir las amenazas a la humanidad y al planeta.
El Reloj del Juicio Final es fijado cada año por el Consejo de Ciencia y Seguridad del Boletín en consulta con su Junta de Patrocinadores, que incluye a nueve premios Nobel. El Reloj se ha convertido en un indicador universalmente reconocido de la vulnerabilidad del mundo a las catástrofes globales causadas por tecnologías artificiales.